Fidel Rodríguez Ramos


El 25 de marzo de 1911, en los Estados Unidos de América, se produce un mortal incendio en
una fábrica de camisas, las trabajadoras y trabajadores no pudieron escapar, debido a que
encontraron cerradas las salidas, en ese trágico hecho mueren 123 mujeres y 25 hombres. Ese
hecho, sacrificio mueve a la conciencia mundial para saber la indigna, humillante situación que
vivían las mujeres en todos los continentes, recibiendo bajos salarios, sujeta a los caprichos
varoniles que las consideran menores de edad, incapacitadas para votar, tener bienes, viajar
libremente, heredar bienes, prepararse académicamente.


Mucho de lo anterior se conoce en México, a pesar del importante papel que jugaron las féminas
en 1810, quienes dejaron fortunas, comodidades para combatir a las fuerzas realistas. Igual
comportamiento tienen durante la invasión francesa, como Margarita Maza conyugue de Benito
Juárez que organiza un concierto de saxofón en Puebla para allegarse dinero y comprar armas a
los defensores de México.


La revolución de 1910 difícilmente se hubiera ganado, para beneficio del pueblo, de no haber
sido por el papel decidido de las Adelitas en las trincheras, quienes además introducen, en secreto,
armas desde la nación del norte. A pesar de tantas muestras heroicas, a ellas no se les reconoce su
derecho a votar durante más de treinta años; se llega al extremo de que ellas deben pedir permiso
a los hombres para poder trabajar y, cuando lo logran reciben un menor salario. No se acepta que
estudien junto a los varones.


Lo anterior, era algo “natural” desde 1921 hasta 1988, y no solamente sufrieron las mujeres,
también los hombres, pues se nos prohibía llorar, dar muestras de ternura, escribir poesía,
practicar la danza, cocinar, lavar, planchar, barrer consideradas cosas exclusivas de las mujeres.
Con vergüenza recordamos como a los hombres se les festejaba el ser mujeriegos, “machos” que
no se rajaban. Muchas canciones festejaban el castigo que se merecían las mujeres acusadas de
infidelidad; el cine, la radio, la televisión durante las 24 horas nos la presentan, y todavía, como un
objeto, para el disfrute. De ahí que aún se sepa de los constantes feminicidios, ataques con ácido,
agresiones psicológicas, económicas y físicas, ello lo continuamos haciendo muchos “hombres”
cobardemente.


Las mujeres van ganando, recuperando sus legítimos derechos, gracias a una lucha mundial que
se realiza por ejemplo en el siglo XX en Rusia, Cuba, Chile, Colombia, Vietnam y, en los mismísimos
Estados Unidos de América, donde abiertamente se oponen a que tome Donald Trump, la
dirección de ese país. Ante el momento de gravedad que vive la salud del planeta, la chamaca
sueca Greta Thunberg se ha puesto al frente de su defensa.


En la región lacustre de Pátzcuaro honramos, como siempre, éste ocho de marzo recordando
a Gertrudis Bocanegra, María Luisa Martínez de Erongarícuaro, a Eréndira. Y no dejaremos que en
nuestra memoria se escape la situación que vivieron hace poco, mujeres en Sinaloa, que murieron como sus pares de Norteamérica hace 112 años, mientras atendían cuestiones administrativas
durante la noche de un consorcio mercantil, no pudieron escapar porque para su “seguridad” las
dejaban encerradas. ¡Basta de feminicidios, muertes y desapariciones de quienes nos trajeron a
este mundo!. ¡Basta de que nuestras leyes, jueces, autoridades las sigan ignorando!.

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