ARCHIVO - El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador habla en el Palacio Nacional de la Ciudad de México, el 10 de enero de 2023. López Obrador pidió ayuda a su par de China, Xi Jinping, el martes 4 de abril de 2023 para controlar los envíos de fentanilo desde el gigante asiático. (AP Foto/Fernando Llano, Archivo)

Fidel Rodríguez Ramos

  Sorprendidos han de estar los enemigos de Obrador, pues a pesar de entregarle un país en ruinas, ha podido continuar al frente del gobierno, sin recursos o dinero suficiente, basta observar como dejaron la agricultura, industria, comercio, a los bienes naturales.

  La nación, y no es cuento, con el Covid-19 se paraliza dos años, de milagro nos salvamos pues no teníamos prácticamente nada en un principio para enfrentarla, ni médicos, medicinas, hospitales. Con miedo pregunté a un médico sobre qué haría en el caso de ser infectado: “Nada –me contesta- enciérrate”.

  Los periodistas, analistas, líderes de opinión exigían a Obrador dejar atrás la cantaleta de achacar, disculparse de no hacer nada efectivo, como parar la violencia, la corrupción, la falta de oportunidad para estudiar o trabajar, diciendo que era una problemática surgida desde los tiempos presidenciales de Carlos Salinas de Gortari. Exigían resultados, una nueva realidad, ignorando lo difícil que es arreglar una maltrecha economía, los bajos salarios, debido a la entrega de algo tan valioso como lo era nuestro mercado interno.

   A como entendamos la palabra mercado, donde todo se puede comprar o vender, éste se entrega a poderosas compañías nacionales o extranjeras, ignorando los estragos que causarían, sobre todo a la gente más humilde. Así, pronto aparecieron miles de grandes tiendas comerciales, pequeños, cómodos, relucientes centros conocidos como de conveniencia, contentos acudimos a surtirnos de todo, ignorando por ejemplo que muchas de las mercancías adquiridas procedían de Norteamérica o China, calzado, ropa más barata pero que destruyeron NUESTRA industria zapatera o textil.

  De pronto ya nadie quiso nuestros changarritos, la tiendita de la esquina que debió cerrar. Para los nuevos mini super´s hubo grandes privilegios, como luz, agua más barata. Manga ancha para tratar como quisieran a sus trabajadores; impuestos reducidos. Todo se encontró más barato, en un principio, el maíz, frijol, arroz, la carne que ignorábamos venía del extranjero, quitando el trabajo a los campesinos. Eso fue en un principio, lo barato, porque cuando ya tenían en la lona a la agricultura, subieron los precios a su antojo.

  El “nuevo” mercado o despojo, quita el empleo al que vendía nieve o paletas, desde Italia vienen a ofertarlos. Despreciamos los tacos de frijoles, las enchiladas o tamales porque era de más caché comprar pizzas también italianas o gringas. Uh y como nos sentíamos yendo al Mc Dowalds ¡de primer mundo!. Más triste, y muchos lo permitimos abiertamente, fue la entrada de los UBER, a quitarles la chamba a nuestros taxistas. Total que el mercado hizo trizas a todo, quebró a productoras de vinos artesanales, fideos, huaraches, sombreros, pulseras porque todo ya traía la leyenda…”Made in…”. El contrabando crece a sus anchas.

   Obrador no desea que eso cambie en menos de un tris, pide que las cosas sean más razonables, más justas o equitativas para que no nos tachen de nacionalistas, populistas o comunistas, él con lo poquito que ha hecho junto a la nación, desea sacar adelante al país, y ha sido difícil, porque, no exageramos, mínimamente cada año, de toda la partida presupuestaria que aprueban los diputados y senadores, debe apartar, entregar un billón de pesos (un millón de millones de pesos) para cumplir con los adeudos, intereses que se tienen con muchos bancos o países extranjeros.

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