Fidel Rodríguez Ramos

La democracia últimamente significa beneficiar, por medio de las elecciones, a un pequeño grupo que usa el poder ganado, haciendo uso de la mentira, comprando voluntades, para ser más poderosos en los negocios, en el libre uso de los bienes de la nación, abusando de la posibilidad de no  rendir cuentas a nadie, ya sea cuando gobiernan o al terminar sus desastrosas administraciones.

  Por el otro lado se tiene a una mayoría, que considera la labor del gobierno, como la posibilidad de tener a quien recurrir cuando sea necesario solucionar algún problema o injusticia. Esa mayoría desea que las mejores personas honestas, limpias, preparadas estén en los diversos niveles de mandato, para defender los aún  considerables recursos que la minoría no pudo apropiarse, a pesar de que tiene manos libres, durante treinta años para acabar con todo, la forma en que lo hicieron apenas está siendo conocida, pero es fácil imaginar los mecanismos.

  Antes de triunfar en las elecciones del 2012, buscaron para la campaña de Enrique Peña Nieto amplios recursos, dinero que obtuvieron de grandes empresarios, se dieron tantos que a cambio de nada regalaban tarjetas telefónicas de cien, doscientos pesos, celulares, computadoras, refrigeradores en Veracruz, como lo confía una maestra. En la Ciudad de México se ofrecen las tarjetas, los celulares en Michoacán. Nunca lo quisimos creer pero en la Facultad de Ciencias Políticas, de la UNAM se hablaba de veinte mil millones de pesos.

  El apoyo fue ampliamente correspondido, a quienes dan dinero se les permite crear compañías, para entregarles  libremente, sin concurso alguno, importantes obras a realizar en Pemex, como fabricar en España dos hoteles flotantes que nunca se entregaron a Petróleos, a pesar de haber sido pagados. Expertos de Pemex actúan con sus conocimientos para seguir chupando millones de litros de gasolina, en lo que que se conoce como Huachicoleo, años lo hicieron impunemente, ni las plataformas marinas se salvaron porque desde las mismas descargaban el combustible.

   Era tanto el saqueo que la minoría en el poder, no hizo otra cosa como fue el estar inventando mecanismos para hurtar los bienes de todos los mexicanos. Fueron hasta Brasil donde hablaron con el dueño de la empresa Odebrecht, para pedirle millones de dólares, a cambio de permitirle realizar obras, “negocios” en Pemex. El empresario brasileño duda en darlos, sabiendo que la Constitución Mexicana lo prohibía a los extranjeros. No se preocupe –le expresaron- la vamos a cambiar. Y en efecto así sucede, diputados, senadores panistas la cambiaron a cambio de recibir un dinero, cuyo monto se desconoce. Se habla, y no creemos por lo poquito, de diez millones de dólares. El abuso en Pemex hace que se endeude por más de cien mil millones de dólares, la deuda es grandísima al grado de que hoy TODOS pagamos cada año más de quinientos mil millones de pesos por el concepto de intereses y, alguna minúscula parte de la deuda.

   Lo real ahora, es de que si vuelven a triunfar los panistas o priistas en el 2024, el país no resistiría otro atraco más, seguramente se acabaría como nación. Y los arriba mencionados no tienen la culpa de ser como son, la traición, la mentira, el robo es parte de su ser o condición humana, no tienen remedio, como Ignacio Ovalle priista que alguna administra la Compañía de Subsistencias Populares CONASUPO, permite hoy el saqueo, de miles de millones de pesos en Seguridad Alimentaria Mexicana SEGALMEX. Tal y como lo hiciera en Cruzada Contra el Hambre también Rosario Robles, donde se “extraviaron” por medio de la “Estafa Maestra” más de siete mil millones de pesos.

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