Fidel Rodríguez Ramos 

  Increíble lo que acaba de realizarse en Cuatro Ciénegas, Coahuila, acabaron con 300 pozas de aguas de colores, con la finalidad de producir alimentos para una empresa comercial, productora de alimentos, que tiene grandes almacenes en toda la República, desecaron esas maravillosas fuentes de agua para producir alfalfa que sería utilizada para alimentar los hatos de ganado vacuno que la produce, ese lácteo también es vendido en todo el país.

  No importó que esa área, única en el planeta, se halla declarado Área Natural Protegida (ANP), a los mercaderes no les importa destruir un depósito de precioso líquido que almacenaba todavía bacterias que empezaron a poblar el planeta, que quizás dieron el color azul al cielo, esos cuerpos se conocen como estromatolitos, que milagrosamente existieron en Cuatro Ciénegas durante miles de millones de años. Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), muchas veces los fueron a estudiar. Otras personas trataron, inútilmente, de protegerlos ante la voracidad comercial que considera a todo como una simple cosa o mercancía.

   Todavía, antes de que todo acabara ahí, se trató de inyectar agua a esos maravillosos depósitos, que conservaban gran parte de la historia de la Tierra, como fue la vida en los inicios. Uno se pregunta, se cuestiona: “no, pues si eso se destruyó, se permitió su fin, ni modo que no suceda lo mismo con otros lagos, ríos, selvas, manglares, arrecifes”.

  Coahuila y toda la parte norte es algo sumamente valioso para México, ahí queda atrapada agua de la última glaciación en el subsuelo. Hay litio, minerales raros, la llamada zona del silencio donde no funcionan diversos aparatos. Estar en Coahuila es como viajar a los primeros tiempos del planeta, hay comunidades en el desierto donde a uno lo reciben con mucho respeto, para mostrar cosas maravillosas, fósiles de plantas, conchas, huellas de dinosaurios y algo increíble, excremento de pequeños dinosaurios. Esas comunidades al encontrar con gente de la UNAM muchos vestigios han creado museos, que atienden y cuidan con mucho orgullo. En Parras, Coahuila hay una especie de cerrito, en su cumbre hay una iglesia, con atención vemos ese promontorio, se nos hace raro, y como no había de serlo si el montículo está formado por esqueletos de pequeños seres marinos que poco a poco, en millones de años se fueron acumulando ahí. (RRF)

Compartir: