ALEJANDRO PIÑA
En un sistema democrático como el mexicano se vuelve casi indispensable que el titular del ejecutivo federal y el partido o coalición electoral que lo llevaron a alcanzar la posición política mantengan una estrecha relación de cooperación y coordinación política. En la elección federal de 2018 Andrés Manuel y la coalición que abanderó logró una apabullante victoria, fue una votación histórica en México, pero lo interesante es que ninguno de los 3 partidos políticos que conformaron la coalición han logrado capitalizar el triunfo de 2018.
MORENA es quien nos interesa. Una vez que el hoy presidente López Obrador perdiera por segunda oportunidad la máxima magistratura del país y después de haber fragmentado hasta la médula a la izquierda nacional aparece en escena el movimiento de regeneración nacional para pasar simplemente desapercibido en la elección intermedia de 2015, Andrés y los suyos caminaban a la deriva.
Fiel a su doctrina y habilidad política empieza el cabildeo por todas las fuerzas políticas y organizaciones de la sociedad civil logrando incluir en un sólo bloque opositor lo mismo a radicales de izquierda y de derecha, así como moderados y de centro. El movimiento de regeneración nacional se contaminó apenas empezó a andar, se mantuvo y logró la fuerza necesaria gracias a que se mantenía como la única opción de alcanzar parte del pastel en 2018 para cientos de políticos casados con la idea de que vivir fuera del presupuesto es vivir en un error. Todos siguiendo la guía y palabra de Andrés Manuel.
Una vez que se alcanzó el objetivo y con la posibilidad ya real de que el partido pudiera disponer de más de 1,500 millones de pesos gracias a las prerrogativas del INE empezó el jaloneo de las ideologías por el control del partido, Andrés Manuel no podía ya continuar ocupando la presidencia del partido y ejercer como titular del ejecutivo federal a un tiempo.
El partido está fragmentado y así lo demuestran los interinatos e impugnaciones en las que se han mantenido los sucesores de Andrés en Morena, carece de estructuras de poder y normas dentro de la organización política y prueba de ello son los más de 100 candidatos registrados ante el INE para la elección de la dirigencia nacional del partido, todos librando una batalla de la que saldrán debilitados de cara a la elección federal de 2021, la más grandes de la historia donde se elegirán 3,000 mil cargos de elección popular entre ellos quince gubernaturas así como la renovación por completo de la Cámara de diputados federales. La segunda muestra de que MORENA no camina como partido en el poder son los más recientes fracasos sufridos en el gobierno de la “4T”: no haber podido alcanzar la meta de vender 6 millones de cachitos para la [NO] rifa del avión presidencial y no alcanzar la meta de 2 millones de firmas necesarias para la solicitud de consulta popular para juicio a expresidentes.
El pueblo ha abandonado al presidente, es bien cierto que el ejercicio del poder desgasta cualquier movimiento político y aún más en condiciones como las que veníamos arrastrando y se agudizaron con la llegada a México de la pandemia provocada por el virus “SARS-COV 2” pero es justo aquí cuando Andrés Manuel ocupaba a su creación, cuando tendría que tener las bases bien cimentadas para ampliar el margen de maniobra política y poder salir bien librado ante el problema, en lugar de ello el presidente ha recibido a quema ropa los ataques de la oposición y fracasos de su administración. Aún y en su propio juego de vídeo escándalos perdió la primera batalla cuando para sorpresa de todos apareció el hermano del presidente recibiendo dinero en efectivo de parte de un asesor del gobierno de Chiapas encabezado en el tiempo de las filmaciones por Manuel Velasco, hoy aliado incondicional de López Obrador en el Senado de la República.
La última apuesta del presidente para mantener la posición de poder es hacer que la Suprema Corte de Justicia de la Nación avale la consulta popular para el juicio a expresidentes y que le permitan aparecer en la boleta electoral sometiéndose a la revocación de mandato.
El presidente y MORENA se han convertido en sus propios sepultureros, están encapsulados en su propia soberbia y ambición de poder. Los jaloneos por la dirigencia nacional de MORENA son nada comparados con los que se vienen en la definición de las candidaturas del partido para los quince estados en disputa el siguiente año. La oposición nunca estuvo tan cerca y tan lejos de dar reversa a la humillación sufrida en 2018.