La misma esposa de Benito Juárez, decía en confianza a sus amigas: “Él es poco agraciado, físicamente”. En una ocasión, el vencedor de los franceses, llega a altas horas de la noche a Veracruz, pide a su comitiva que no molesten a la distinguida dama que brindará su mansión, para que pernocte
Muy de mañana Juárez, solicita con amabilidad a la dueña de la casa le traiga un poco de agua, para lavarse -¿qué? Contesta la propietaria. Hasta donde hemos llegado con ésta chusma. ¡Suba por ahí y, en la azotea encontrará lo que busca!. Don Benito dice gracias, con humildad. Después llega al comedor para desayunar, todos se ponen de pie, la propietaria empieza a ponerse de colores. -Señora, dice uno de sus asistentes, tengo el honor de presentarle al Presidente de la República, la dama parece desmayarse, Juárez con cortesía le dice: “No hay de qué preocuparse, gracias por ofrecernos su bella casa”.
Me imagino que lo anterior es un ejemplo de tolerancia, de aceptar a los demás como son, en sus ideas, creencias, opiniones, escritos. Son libertades que los humanos han ganado con grandes sacrificios; a mí no me gusta la radio comercial, los jaripeos, pero no por eso voy a criticar a quienes la escuchan o asisten a esa práctica, que era de gran agrado, que gustaba presenciar Miguel Hidalgo.
Asistimos al municipio de Francisco I Madero, dos veces para exigir el que se reabriera la normal rural, de él Mexe, Hidalgo, que cerró Miguel Osorio Chong cuando era gobernador, la gente muy agradecida en la noche nos invita a cenar. Cuando nos despedimos, me llama una señora de edad y me dice, híncate, le digo para qué, pues para darte la bendición, fue muy fuerte lo que expresaste en el mitin, no vaya a ser que te pase algo, ya le iba a decir otra cosa, pero obedecí, porque pensé que con eso, nada se me quitaría.
En Ciudad Victoria, llegamos anticipadamente a un lugar donde debíamos encontrarnos con maestros de ese lugar, ahí estuvimos como una hora esperando. Ya habíamos notado la presencia de unas personas, éstas con duda nos preguntan: ¿Ustedes vienen del Nacional desde la Ciudad de México?. Sí, les dijimos, veían nuestro atuendo, nuestras mochilas y como que no creían. ¿Vinieron en coche? No en autobús. Bueno pues vámonos porque los están esperando para hablar sobre la política educativa del país. Llegamos al auditorio, y aún dudaban de nosotros, ya al final del panel que presentamos con buen interés de los presentes, no hallaban como disculparse. No –pues cómo íbamos a saber que eran ustedes del Nacional, creíamos que iban a llegar en un auto lujoso, de traje. Ya mero nos íbamos a regresar sin ustedes, por creer que no habían llegado.
Seamos tolerantes, nosotros en la tele, cuando algo no nos agradaba, simplemente cambiábamos de canal, para que enojarnos. (RRF)