Fidel Rodríguez Ramos


Quizás menos del uno por ciento de la población mexicana, se dedica de tiempo completo al
quehacer que es de todos, como lo es la política, que significa procurar un mejor bienestar para
todos y, a su vez dentro de ese reducido grupo hay otro más pequeño, el llamado poder fáctico
donde están los grandes empresarios, dueños de grandes fortunas.
Los partidos, y sólo ellos, han capitalizado, se han adueñado de la democracia, para beneficio
propio, ellos nombran como aspirantes a quienes consideran que son los personajes más idóneos,
adecuados para estar en una presidencia municipal, diputación, senaduría, gubernatura o
presidencia de la república.
Su control, poder es muy grande, al grado que han dado marcha atrás en lo que ha ganado el
pueblo entero, como lo es considerar cosa propia todas las riquezas que antes estaban en manos
extranjeras, el llamado neoliberalismo, nuevo nombre del capitalismo, tiene que ver con eso
regresar todo a quienes antes lo disfrutaban, dejando desprotegida a la sociedad que lo recupera.
Nada ha escapado a esa tendencia, pues inclusive la bandera de Francisco I Madero, lo del “voto
efectivo no reelección”, se ha destrozado. Hoy vemos como gentes de Morena brincan al PRI o
viceversa para seguir disfrutando del erario, del dinero público, a causa de que no fueron
considerados para repetir en los dichosos cargos. Como renunciar a una diputación local en
Michoacán, como no repetir sabiendo que para cada diputado al año, hay veinte millones de pesos
(La voz de Michoacán).
En los equipos de Claudia Sheimbaum, Xóchitl Gálvez se han colgado varias personas que ya
llevan en el oficio político más de cincuenta años. Lo delicado es de que si gana esta última
persona se agudizará más la entrega de lo que ya se había ganado, como la industria eléctrica,
petrolera, del transporte ferroviario y aéreo; la educación pública, el agua, los bosques, los bancos,
la fibra óptica, de comunicación (Telmex), siderurgia, el cada vez más pobre mercado interno. Las
ayudas a la gente de la tercera edad, discapacitadas, madres solteras, jóvenes y niños.
El “quehacer” de regresar todo lo que antes era nuestro, ya lleva largos 38 años, un camino que
traza Carlos Salinas de Gortari y que puntualmente han seguido Ernesto Zedillo, Vicente Fox,
Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, ello en gran parte explica la creciente violencia en que está
sumida la nación. (FRR)

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