Al terminarse el impulso, que realmente tuvo Xóchitl Gálvez, empieza a verse una dispersión, el
abandono de muchos priistas, descontentos por la forma fraudulenta en que logra Gálvez, hacerse
de la candidatura, gracias a la ayuda de cuatro personas visibles: Claudio X González Guajardo
(verdadero patrón del negocio), Alejandro Moreno (PRI), Marko Cortés (PAN) y Jesús Zambrano
(PRD) antes de que se hundiera la nave, se anota Moreno, Marko para hacerse de un puesto, sin
hacer campaña, en el Congreso de la Unión, corriendo llega desde EUA, Ricardo Anaya para no
quedarse sin nada, eso es solamente lo que van a obtener seguramente.
Ya sin una atadura, los renunciantes reconocen que Xóchitl es la candidata verdadera de la
derecha, que en estos momentos, en todo el planeta se ha pronunciado por entregar todo a los
dueños de exorbitantes cantidades de dinero, dejando sin nada a quienes dicen representar. Los
priistas desde hace meses estuvieron inconformes por lo que consideran una traición de Alejandro
Moreno, pues en una libre elección, supuestamente, se iba a elegir a la real aspirante de la unidad
priista, perredista y panista, a la final llegan Beatriz Paredes y Xóchitl Gálvez, cuando ya todo
estaba listo, papeletas, mesas de votación, espantados se reúnen los cuatro mosqueteros, y
fríamente reconocen que quién triunfaría era la señora Paredes, por tener mejores cartas, en
todos los sentidos, políticamente.
Con el horror reflejado en su rostro, anuncian, cuatro días antes de realizar las elecciones
internas, no celebrarlas, mintiendo a los militantes del PRI, diciendo que quien realmente
garantizaba el triunfo era la ingeniera Gálvez, quién nunca ha sabido lo que es ganar una elección
popular, pues todo, los puestos, se los han dado sus amigos panistas, con la condición de que siga
sus órdenes al pie de la letra. Otros efectos de ese show, triste espectáculo, será el no acudir a las
urnas de parte de millones de gentes que se han sentido engañados por una pandilla, que jamás
tendrá remedio, a quien sólo le interesa seguir jugando con la voluntad de la gente, continuar el
fácil saqueo de una exhausta hacienda pública. Cómo andará la cosa ahí, en ese muladar, que
hasta el exgobernador Silvano Aureoles Conejo renunció al primer equipo de la Coalición, por no
aguantar las indirectas de la Gálvez (el burro hablando de orejas), que en cada reunión le hacía la
candidata que va en picada, diciendo cada vez más tonterías: “Qué me diga Obrador cuánto costó
el tren maya”. “El culpable de la masacre de jóvenes en Salvatierra, Guanajuato es Obrador”.
Curiosamente, esto lo dice en extraña sintonía con Lilly Téllez que ya se prepara para seguir en la
pobre grilla después de ser representante popular por invitación de Morena, partido al cual
renuncia para declararse “independiente”. (RRF)

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