Fidel Rodríguez Ramos
Conocimos al maestro de educación física, Raúl Morón Orozco de la región oriente de
Michoacán, en 1989 cuando se iniciaba una larga lucha para tratar de democratizar la Sección XVIII
del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE), en el estado purhépecha, él
formaba parte de un reducido grupo de docentes decididos a iniciar, una difícil acción que
permitiera terminar con toda una serie de prácticas, que dañaban la educación pública, la dignidad
de miles de maestras y maestros, quienes debían obedecer las órdenes arbitrarias de los llamados
secretarios generales, quienes sumisamente cumplían con todas las indicaciones que se les
dictaban desde el Distrito Federal, por parte de Carlos Jonguitud Barrios, quien gracias a la ayuda
del presidente Luis Echeverría Álvarez, a punta de metralleta toma las instalaciones sindicales
centrales del SNTE, para controlar a más de quinientos mil trabajadores de la enseñanza.
El criminal actuar de Jonguitud, lo siguen cumpliendo toda una serie de secretarios generales del
gremio de profesores, nombrados por el potosino Barrios, quienes exigían realizar actividades para
que predominara en todo el país el PRI. Los docentes debían votar por ese partido, llevar a los
niños a los actos de campaña, pegar propaganda, pintar bardas promocionando a los diversos
candidatos que ocuparían presidencias municipales, gubernaturas.
Gracias a esas acciones, sin relación alguna con la educación, el SNTE convierte a la noble tarea
de educar en un vil negocio con la venta de plazas al mejor postor. Alentando la prestación de
favores sexuales, de hombres y mujeres a los líderes corruptos. Nadie en el país osaba rebelarse,
pues quien lo hiciera, se hacía acreedor a perder la vida, como le sucede a Misael Núñez Acosta y
decenas de maestros, se llega al extremo de violar a un maestro para dominar una creciente
inconformidad.
A Morón le invitan a participar los maestros Delfino Paredes Orozco, Francisco Javier Acuña,
Filemón Zolache, Rogelio Sosa Pulido, y otras poquitas profesoras como Rafaela de Erongarícuaro.
Parecía imposible terminar con un férreo control por parte de quienes no consentían la práctica de
la democracia, el que los docentes se apropiaran de su materia de trabajo. Todo se intenta en
Zamora, Uruapan, Maravatío, Morelia, Lázaro Cárdenas para tener un nuevo gremio.
Poco a poco miles de educadores se van aglutinando a ese pequeño grupo, hasta desplazar a los
antiguos jerarcas. El gobierno ante ese hecho y ejemplo, no tiene otra alternativa, tomar las
instalaciones sindicales en la capital michoacana, aprehender en 1989 a más de cien maestros. De
a uno por uno, quienes formaban la dirección democrática, salvajemente son golpeados, tortura,
amenaza con dañar a sus familias, sino declaran que trataban de promover un movimiento
insurgente, guerrillero; esa mentira la propala la entonces dirigente Elba Esther Gordillo Morales,
nadie de los detenidos acepta tal infundio, de ahí que las torturas se agraven, nadie decía nada
cuando los judiciales abrían las puertas para seguir golpeando a los docentes más distinguidos en
la gesta justiciera, sólo quien alza la voz en prisión es la esposa de un maestro, también detenida
sin tener la misma profesión: ¡Ya dejénlo, no golpeen más a ese maestro! (se refería a Zolache),
todos y todas las demás detenidas enmudecimos.
El Estado cobra caro esa insurrección, pues en condiciones no aclaradas fallecen: Francisco Javier
Acuña, Sergio Martínez Aguilera, Mariela Saucedo Maycot. De los aprehendidos en ese año, de
Pátzcuaro fueron Lucio Herrera Alonso, Arturo Carpio Ramos, Delfino Paredes, y quien redacta

ésta líneas, Raúl Morón ha mostrado congruencia en su decir y actuar, por eso hoy ha sido
designado para tratar de ser senador por parte de Morena.

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