Fidel Rodríguez Ramos
Terrible fue el tiempo que le toca vivir, a Benito Juárez, enfrentar primero una guerra civil,
interna contra la República, promovida por quienes no podían aceptar, el fin del colonialismo que
práctica España contra nosotros durante trescientos años, aseguraban que éramos unos
desagradecidos con quienes nos trajeron paz, trabajo, buenos principios morales, orden y sobre
todo una preciosa religión.
Su odio contra quien estaba al frente del gobierno en 1857, llega al extremo de declararle una
guerra más a la nación, que apenas empezaba a salir adelante de otras sangrientas, donde
perdimos riquezas, miles de hombres, mujeres, niños, adultos, se enfrenta a España durante diez
años; después esta promueve una invasión. Enseguida viene Francia, con barcos bélicos para
¡cobrar unos pasteles!. El desastre total continúa, cuando los yanquis nos arrebatan dos millones
de kilómetros cuadrados. Inglaterra se apodera de Belice.
Las cosas no hubieran sido como fueron, porque hubo grandes traiciones, como la que comete
Antonio López de Santa Anna, quien ordena dar marcha atrás, después de que el ejército
mexicano, descalzo, sin comida, armas, propina una gran derrota a EUA. Se pide ayuda a la alta
jerarquía y esta se hace la disimulada.
En medio de la miseria, las fuerzas Juaristas logran derrotar a quienes empiezan a conocerse
como conservadores, deseosos de tener una monarquía, un príncipe europeo. Sin embargo, lo
peor viene en 1862 cuando Francia nos invade con tropas de Suabia (una parte de Alemania),
soldados belgas y por supuesto por parte de un ejército francés, considerado el mejor del planeta.
Y claro que lo era por eso Benito debe hacer lo imposible para derrotar a esa potencia, emplear
cinco años. Porque la alta jerarquía católica decide no ayudar.
Todo lo anterior se ignora, pues se dice que Benito abusa, le toma el gusto a la reelección, a estar
en la silla presidencial, a ser un dictador. Eso al parecer se considera inobjetable, pero se olvida
que eran tiempos de guerra no de paz. Juárez al ver la situación tan delicada, acepta que los
norteamericanos, usen a perpetuidad el Istmo de Tehuantepec, pasen al Pacífico por Sonora, usen
como vía de paso, espacios de estados del Norte. La suerte nos salvó, hubo un milagro, los
senadores gringos no aceptan reconocer ese Tratado.
Hoy podemos sentirnos en los zapatos de Juárez, pues mucho de lo que él sufre, continua: La
alta jerarquía no acepta el que se repartan libros de texto gratuito. La élite católica le ha entrado al
proceso electoral, el mismo Papá, los obispos, arzobispos mexicanos ya están, comulgan con
Xóchitl. Los conservadores aceptan que miles de burócratas ganen más que el Presidente. Ellos
aceptan que haya en Pemex, CFE pensiones de medio millón de pesos mensuales, mientras alguien
de las Afores, ganan cinco mil pesos. Los conservadores no aceptan que en las escuelas se conozca
lo que es la reproducción humana; no olvidan que durante cuatro siglos controlan la escuela,
diciendo a los niños que habían venido desde París, en el pico de una cigüeña. Lo conservadores
no aceptan que se hable del aborto; de los matrimonios igualitarios.
Los conservadores han ido a pedir auxilio a Biden, al Vaticano, a la OEA, a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanas, a España, a la Unión Europea, a la ONU. Biden, ha
ordenado el que se de dinero al patrón de Gálvez, a Claudio X González para que no repitan los

comunistas el 2 de junio de este año. ¿Quién dice? :”Yo, le entro a combatir, denunciar esos actos
que lesionan nuestra libertad, independencia, soberanía”.

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