Fidel Rodríguez Ramos

      Lo más sano, prudente debió haber sido el detener, dejar para un momento más adecuado, la celebración de las elecciones, que han comenzado con un sin número de equívocos,  disparates y justo enojo de las militancias, simpatizantes de los diversos partidos que para nada fueron consultados, pues fue una pequeña minoría la que decide candidatos, coaliciones, equipos con otros institutos, formas de campaña virtual que será usando la moderna tecnología, sin tener un acceso directo con la gente para conocer sus propuestas y demandas, pero ¿dónde quedará la gente pobre, la mayoría que no puede ya no digamos adquirir una computadora, sino los alimentos diarios que por su precio hoy son inalcanzables?

       Jalisco en este momento catastrófico, de recomposición muestra un sano juicio, pues fue la única entidad que aconseja practicar la democracia un poquito después. La situación se presta hoy para alejar aún más a la población del conocimiento de serios problemas, que debe resolver con los diversos niveles de gobierno, como la reactivación de la economía, la urgente creación de empleos, salarios más justos; atención médica y una necesaria, urgente vuelta a clases.

     ¿Cómo hacer elecciones cuando no hubo la más mínima posibilidad de estar con la gente? Nuestra clase política, mostró soberbia y olvida los contagios que prevalecen, se reúne, pero sólo para ver cómo iba a estar el reparto de puestos, para unos cuantos afortunados, la sociedad fue sorprendida, asaltada en su importante papel de opinar sobre un arbitrario, grotesco proyecto que triunfa felizmente, para una nada despreciable cantidad de diputados federales que tendrán la oportunidad de ser reelegidos, sin haber hecho absolutamente nada por sus semejantes. La ineficaz clase política, se da gusto, brincando de un cargo a otro más apetitoso sin consultarnos. ¿Cómo es posible que un diputado, si vuelve a repetir, cumplirá 27 años en el Congreso de la Unión?

     La sociedad fue sorprendida por los vivales que manejan los partidos para imponer a personas impresentables como candidatos, que ya llevan años, décadas disfrutando de altos salarios que son un insulto para millones de gentes, obligadas, en el mejor de los casos, a comer una vez al día. ¿Cómo es posible que se vuelva a considerar para una diputación federal plurinominal, la que permite no hacer campaña y esperar plácidamente los resultados, a la esposa de un expresidente de la República?

      Qué pena, tristeza observar las formas, los actos cómicos como presentarse en el arranque de “campaña” en un ataúd, las protestas, la pelea de todos contra todos para tratar de llamar la atención. Dando un pésimo ejemplo a la niñez, a la juventud presentando groseramente a la democracia, que conoce de las llamadas campañas de propaganda negra, donde cobardemente se señalan mentiras, medias verdades entre solitarios contendientes, que prácticamente van SOLOS en una contienda y no porque así lo desee la sociedad, sino porque ésta se encuentra enfrascada, metida en situaciones de suma gravedad, como la perdida de algún familiar, patrimonio o cuidar de su integridad física, su vida, ante la imposibilidad de nuestros cuerpos de seguridad (policías, militares) para garantizarla pues ¿con qué recursos lo harían, sabiendo que cuarenta y un mil millones de pesos se ocuparán en lo que se dice será un ejercicio de alta responsabilidad y valor cívico, por algo son las “elecciones del siglo”.  

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