Morelia, Mich., a 01 de agosto de 2020.-En la Arquidiócesis de Morelia nos unimos en oración y agradecimiento a todos los
obispos y fieles de la Iglesia Católica en México, y a la sociedad civil. Agradecemos a Dios
que se haya preservado la protección jurídica de la vida humana en gestación tras el
resultado de la votación en la Suprema Corte de Justicia el día miércoles 29 de julio de
2020. En un fallo mayoritario, los ministros de la primera sala desecharon el proyecto
presentado y, con ello, no se vio afectada la normatividad en el estado de Veracruz sobre
el aborto, ni tampoco se sentó un precedente que hubiera afectado en otras entidades.
Desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inicia una nueva vida que no
es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí
mismo. La genética moderna muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el
programa de lo que será ese viviente: una persona (EV 60).
Se ha de garantizar el respeto incondicional, desde el primer momento de su
existencia, que moralmente se le debe al ser humano en su totalidad y unidad corporal y
espiritual: El ser humano es persona desde el instante de su concepción y, por eso, a
partir de ese mismo momento tiene los derechos de la persona, principalmente el derecho
inviolable a la vida, que es el primer derecho de todo ser humano.
La Iglesia Católica seguirá proclamando la sacralidad de la vida humana. El
Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día
por la Iglesia, es anunciado con fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las
épocas y culturas (EV 1).
Como Iglesia católica hago un llamado al Congreso del Estado de Michoacán a
seguir manifestándose a favor de la cultura de la vida humana desde su concepción hasta
la muerte natural, ya que la dignidad de ser humano comienza desde el vientre materno,
es preciso anunciar y actuar para dar presencia y peso a una agenda social que busque la
dignidad de la persona, el bien de la familia y el desarrollo de la sociedad, en un entorno
de libertad, decisión y corresponsabilidad.
RESPONSABILIDAD Y ESPERANZA, EN PANDEMIA, FASE 3
Seguimos viviendo días extraordinarios de dificultad, de contagio, de miedo, de
incertidumbre y de confusión, causados por esta pandemia del Covid-19, y hoy más que
nunca estamos llamados a mantener el cuidado de nuestra salud y la de los demás, nos
desafía el hecho de que a nivel nacional estemos en rojo según el semáforo
epidemiológico.
En esta contingencia los sigo invitando a seguir participando en la Eucaristía y
demás sacramentos de manera privada y presencial, cumpliendo todas las normas
sanitarias necesarias; y también conozcamos y utilicemos todas las plataformas digitales
que ofrecen la oportunidad de tener los encuentros de manera virtual.
Es muy importante que nuestra contemplación y oración fortalezca nuestra relación
con Cristo y le pidamos la gracia de descubrirlo, atenderlo y amarlo en los hermanos,
especialmente en los que más sufren. Nuestro encuentro con Cristo y nuestra paz interior
nos dará la gracia de convertir esta pandemia en tiempo favorable para estar más atentos
al Señor Jesús, que vive y sufre en el hermano. De esta forma podremos descubrir formas
siempre nuevas y creativas de solidaridad, fraternidad, responsabilidad y caridad, que
ayuden a construir el Reino de Dios, Reino de justicia, de verdad y de paz.
En este tiempo de pandemia, no nos envolvamos en la resignación, ni en la rutina,
ni en el conformismo, menos en la confrontación y agresividad. El Señor Jesús está con
nosotros. Seamos hombres de fe firme, esperanza alegre y amor hasta el extremo.
Gracias a todos los que han colaborado como autoridades civiles, como iglesias y como
sociedad civil para cuidarnos unos a otros y ser solidarios con quienes sufren las
consecuencias de la pandemia, invito a seguir comprometidos más que nunca.
Los exhorto a orar por todos los médicos, enfermeras y enfermeros; estemos
pendientes de su atención y cuidado, procuremos su descanso y salud, a todos los que
laboran en los hospitales y sectores de salud, a todos, mi respeto, gratitud, oración y
admiración. Los animo para seguir siendo testigos del amor, a descubrir en las llagas del
que sufre la presencia del Señor. Como Iglesia y con las autoridades, la sociedad civil, las
demás iglesias, desde Cáritas y la Pastoral de la Salud, seguiremos ofreciendo nuestro
acompañamiento y solidaridad a todo el personal de salud.
También oremos por todos aquellos que por diversas razones no han podido
“quedarse en casa”: policías, bomberos, militares, recolectores de basura, empleados en
los distintos servicios de primera necesidad… gracias por su entrega alegre y responsable,
que el cuidado que tengan de ustedes mismos y de los demás, sea el ejemplo para todos.
A todos los padres de familia, jóvenes, adolescentes y niños, los llamo a descubrir y
vivir la belleza de la familia en la caridad, a ser generosos con los más necesitados, a vivir
esta experiencia de “responsabilidad propia y de favorecer la ajena” como una oportunidad
de crecimiento en el amor. Con gran cariño y ternura cuidemos a todos nuestros adultos
mayores que ofrecen la sabiduría y la experiencia a nuestros hogares, valoremos y
protejamos a los más vulnerables y seamos responsables y empeñosos en el cuidado de
nuestra propia salud. Vivamos nuestra fe, acrecentemos nuestra esperanza y
manifestemos la caridad en obras concretas de misericordia.
En esta etapa de la pandemia sigamos unidos en la oración y la responsabilidad,
encomendémonos a la protección y ternura maternal de Nuestra Señora de la Salud.
En Cristo, nuestra paz
+ Carlos Garfias Merlos
Arzobispo de Morelia
Vicepresidente de la CEM