José Octavio Ferreira Rodríguez
La misma emoción que sentimos, cuando veíamos llegar a las aeronaves provenientes de China con materiales para enfrentar la epidemia, la volvimos a disfrutar con la buena noticia de que mil niños de Coahuila, fueron vacunados en territorio norteamericano, acompañados de sus papás, con ello renace la esperanza, la necesidad de que es importante atender a los más pequeños, para que retomen sus actividades escolares, las relaciones con sus pares que hoy se reconocen como sumamente importantes para formar su carácter, encontrar la ayuda necesaria para aprender con más eficacia lo que les imparten sus maestros.
Igual en Veracruz, trece pequeños se ampararon para que fuera posible inyectarlos, sobre todo cuando reconocen con sus familiares, que tienen más posibilidades de sufrir con más intensidad el virus, cuando se infecten por padecer por ejemplo diabetes, una enfermedad hoy preponderante por el consumo desmedido de refrescos o de la llamada comida chatarra. Preocupados también están los papás sabiendo que sus hijos padecen cáncer o padecimientos del corazón.
Urge sentirnos como una sola familia universal, considerarnos mexicanos con todos en nuestra patria, dejar por un momento nuestras naturales diferencias, para hacer posible que esos niños reciban el antígeno, como en El Salvador donde ya se vacuna a los infantes de seis años de edad. Nuestra ignorancia hoy nos destruye, no deseamos vacunarnos teniendo la posibilidad de hacerlo, como una persona que se niega a aplicársela por repudiar, según él, cualquier cosa que provenga del actual gobierno. Muchos de los nuevos cuadros de infección en los hospitales, son de gente que no desearon vacunarse.
Nos negamos a ser vacunados, cuando en el planeta hay muchos países desesperados por no contar con ninguna posibilidad para conseguirlas, por donación, regaladas o por falta de dinero. Los científicos, por amor a sus semejantes, dedican largas jornadas de trabajo agotador para saber el origen del contagio, hoy muchos están de acuerdo en que el posible trasmisor fueron los murciélagos, toda vez que de forma natural son portadores de ese virus que prácticamente puso de cabeza al planeta entero, hoy la exigencia deber ser: ¡Vacunas para los futuros salvadores del planeta!.