Fidel Rodríguez Ramos
En éstos días, transportistas de Canadá mantienen bloqueado un punto de la importante comunicación con los Estados Unidos de América, decenas de conductores exigen no ser vacunados contra el Covid-19, llevar una cartilla que certifique que si lo están, para poder ingresar al vecino país.
Igual en otros países, altamente desarrollados como Inglaterra, en las avenidas se denuncia lo que los habitantes consideran una amenaza a sus derechos, la vacuna obligatoria, el uso de cubre bocas, o el dichoso certificado de haber recibido la inyección para viajar , ingresar al trabajo, a los restaurants, balnearios.
Hay millones de gentes que se resisten a ser vacunados, por ejemplo en los Estados Unidos se quedan esperando a una inmensidad que la rechaza. Algo les mueve a no creer en la necesidad de aceptarlas, y quizás ese algo se relaciona, al hecho de que en un momento crítico para la humanidad, halla la disposición para iniciar una aventura bélica, de guerra, altamente peligrosa en la frontera de Rusia, donde hay una disputa por el control de la república de Ucrania, en esa nación una parte está a favor de la antigua URSS y otra con EUA, mientras una inmensa parte de los habitantes no tiene para comprar vacunas, las grandes naciones, cada año gastan casi dos billones de dólares para fabricar tanques, aviones, desarrollar la tecnología nuclear, aumentar la capacidad de volar en segundos a nuestra madre Tierra.
¿Cómo creer en el virus, en su letalidad si Canadá, EUA, Francia, España, Inglaterra, Israel se frotan las manos para iniciar una contienda, pelea contra Rusia, Irán, China que serían apoyadas supuestamente también por Cuba y Venezuela? Inocultable ya es la pelea de Estados Unidos de América, China y Rusia por hacer prevalecer sus intereses en los cinco continentes, mucho de lo que sucede en Centroamérica, Siria, África, Asia, los enfrentamientos armados, las luchas entre hermanos tiene que ver con esa pelea para ganar presencia, influencia, control de territorios, riquezas y minerales que se usarán en el futuro como el litio.
De ese pleito todos somos rehenes, víctimas y no ha habido poder humano, religioso que las pueda contener. De no haber ese torpe pleito, el Covid19, el hambre, la educación, la pobreza ya desde cuando estarían en el baúl de las cosas ingratas. Ni al Papa Francisco se le ha hecho caso, pues él para controlar la terrible epidemia proponía dejar de fabricar armas, perdonar o reducir las espantosas deudas externas de muchos países pobres como México, que cada año debe rendir el tributo de más de quinientos mil millones de pesos.