Fidel Rodríguez Ramos
Desde pequeños deseamos sentirnos seguros, protegidos, comprendidos por nuestros semejantes, eso es importante porque se convierten en un impulso, en una confianza para ser lo que anhelamos, una brillante doctora, un gran atleta, un reconocido futbolista, muchos talentos se aplastan muchas veces en la propia familia donde uno nace, así un niño lega contento a su hogar, diciéndoles a su papá ¡he brincado arriba de uno diez! ¿sí? Le responde, pues cuando saltes arriba de uno y sesenta me presumes. Y claro ese talento en potencia, jamás intentará volver a practicar esa disciplina.
Creemos en la policía, en el gobierno, en la iglesia, creemos en todo, porque de no ser así la vida no tiene sentido, desgraciadamente eso en nosotros se va acabando, esa bella ilusión se rompe como una pompa de jabón conforme vamos creciendo. Por ejemplo uno cree que le van a ayudar en el estudio, prepararse para un oficio o trabajo, y no porque hay mucho egoísmo, se conoce la verdadera naturaleza del dicho que dice de que cada quien debe rascarse con sus propias uñas. Afortunadamente, en muchas ocasiones los grandes amigos o amigas te ayudan, sin ninguna ventaja o condición a salir adelante.
Este tema además hoy nos va a ayudar un poquito para entender lo que pasó el pasado cinco de marzo en Querétaro, en un sencillo partido de futbol, donde las porras de los equipos contendientes escenificaron una sangrienta batalla campal, donde se golpea a mujeres y hombres, no se respeta siquiera a los que caídos, a quienes pierden los sentidos, ahí en el suelo les seguían pegando con cinturones, dando puntapiés.
La gran trifulca es una imagen del país, así estamos, esa es la realidad, la acción fue una válvula de escape, a la mucha inconformidad, falta de confianza, CREENCIA que vive la sociedad con respecto a las instituciones de gobierno, a sus aparatos como el INE donde sus burócratas ganan 200 mil pesos, frente a un especialista en medicina que gana entre treinta y cincuenta mil pesos, exponiéndose al Covid-19; frente a los llamados representantes del pueblo que “trabajan” en el Congreso de la Unión como diputados o senadores, que no les interesa siquiera conocer los graves problemas que diariamente padece mucha gente, como los robos, feminicidios, falta de agua, de oportunidades para trabajar o estudiar.
Los adultos tenemos fe en que las nuevas generaciones, los jóvenes tendrán la capacidad de volver a darle credibilidad a todo lo que hoy es criticado, quizás con justa razón, tenemos que volver a creer en nuestros semejantes, en quienes gobiernan porque hoy se considera que llegan a ver la manera de hacerse inmensamente ricos, tomando lo que es del pueblo. Nunca como hoy, habíamos visto a tantos papás yendo por sus hijos a las escuelas ¿Por qué no se cree en los aparatos de seguridad?.