Fidel Rodríguez Ramos
Lugar idóneo donde se celebra el Domingo de Ramos es en las inmediaciones del Santuario y del templo de San Francisco de Asís, donde vendedoras de palma se establecen para ofrecer primorosos arreglos que serán bendecidos, ramos que engalanaran una solemne procesión con el verde follaje de la tierra caliente, con los olivos, para recordar la entrada que Jesús realizara triunfalmente en Jerusalén, conducido por un borrico, cinco días antes de su muerte.
En esa ocasión, el pueblo de oriente, la gente lo recibe en medio de ovaciones y un gran júbilo, le brinda un trato real como el que recibían los monarcas, colocándole mantas y ramas a su paso. Le gritaban, señalándole como el heredero del trono de Israel. Alzan su voz clamando ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!.!Hosanna en las alturas!. Curiosamente el templo mencionado es construido por Feliciano Ramos, antiguo esclavo que fue herrado en la frente, procedente de Cuba se dedica a la arriería exitosamente, logra grandes ganancias y decide honrar con esa obra a la Virgen de Guadalupe.
De esta manera los patzcuarenses inician la Semana Mayor, dando muestras de un gran respeto y veneración hacia Jesús, bendiciendo sus palmas, con esos tallos, nuestras madres acostumbran hacer crucecitas que colocan en las puertas para impedir el paso de todo mal, la palma es un símbolo de fecundidad y riquezas, los arreglos muestran la renovación de la fe en Dios.
Se pide al Señor que escuche favorablemente a los que le piden con humildad su clemencia, que multiplique sobre los hombres los efectos de su misericordia. El sacerdote pide al Señor que haga a los asistentes a aquel acto la gracia de imitar la inocencia de los que a su entrada en Jerusalén le salieron a recibir con ramos y palmas, y merezcan tener parte en los merecimientos de aquellos. De ese día intensamente iluminado por el astro rey, en adelante se respira en la región un ambiente deseoso de paz, de petición para emular a aquel carpintero que nos dejara una extraordinaria enseñanza como lo es procurar la necesidad de vivir verdaderamente como hermanos, persiguiendo la justicia, el respeto que nos merecemos todos, haciendo a un lado el origen, la raza, la posición social, la riqueza, la forma de pensar que vanamente nos divide.
Afortunadamente en ésta bella región, hubo un hombre extraordinario que a su manera trato de materializar el amor, como el que sintió Jesucristo por todos nosotros, las tareas sin fin en beneficio de muchos pueblos, de miles de hombres que vivían en un lamentable cautiverio, ese religioso que es honra para Michoacán fue nuestro entrañable Tata Vasco. Iniciemos pues, ahora que volvemos a ser afortunados, la celebración de la Semana Mayor.