Fidel Rodríguez Ramos

    Desde el 2001, cuando gobernaba Vicente Fox, se pretendió realizar un nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México en Texcoco, afectando a varias comunidades, como San Salvador Atenco pues se les quiso obligar a recibir unas cuantas monedas por sus tierras comunales, diciéndoles que eran afortunados, que gracias a ese proyecto se habían sacado la lotería.

   Los afectados no se quedaron con los brazos cruzados, pues emprendieron una larga batalla para impedir esa gran obra, solicitaron la ayuda de la población, de los universitarios, sindicatos, maestros, trabajadores, ecologistas, gracias a una fuerte vinculación con mucha gente de la sociedad se logra detener el intento. Sin embargo el gobierno federal respondió violentamente, agrediendo a mujeres y comuneros, elimina  jóvenes , encarcela a Ignacio del Valle, pretendiendo dejarlo tras las rejas cien años.

     El proyecto, que debemos decirlo claramente, el negocio se retoma en el año 2014 cuando estaba al frente del poder ejecutivo Enrique Peña Nieto, éste concede importante apoyo económico. Los promotores inmediatamente logran que a su favor se expropien grandes espacios territoriales para instalar hoteles, restaurantes, renta de vehículos, barberías, tiendas de ropa, artesanías. Por la libre realizan una intensa campaña en el extranjero para invitar a importantes grupos económicos, que rápido logran grandes ganancias, gracias a los contratos que obtienen para construir pistas, torre de control, accesos, hangares. En ese fabuloso negocio participa el yerno del hombre más rico de México, Carlos Slim.

   Desafortunadamente ese sueño, de primer mundo, se viene abajo cuando llega al gobierno Andrés Manuel López Obrador, en una reunión con los constructores les comunica haber encontrado muchas irregularidades en ese plan aeronáutico, que afectaría al entorno ecológico, reduciendo además la disposición de agua para las comunidades cercanas, debido a un natural crecimiento de la población, dijo que  no era viable construir esa obra gigantesca en un lago, que requeriría cada año un costoso mantenimiento para evitar su hundimiento, además que en el contrato se establecía que muchas cosas, obligadamente, se debían comprar en el extranjero, aunque en México estuvieran más baratas.

  Los empresarios se enfurecieron, y aclararon que no era posible dejar la obra así, con un veintiuno por ciento de adelanto, que si el gobierno no seguía apoyando, buscarían recursos en el extranjero para terminarlo. ¡Háganlo! Están en su derecho, les deseo suerte, contesta Obrador. La iniciativa fracasa y nuevamente  dialogan con el mandatario, se acuerda pagar todo lo que invierten los negociantes nacionales y extranjeros, un capricho que por supuesto cubrimos todos los mexicanos.

   Así en el 2019, se resuelve un serio problema, se determina cancelar el faraónico proyecto, mucho del material que se usaría en la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles, se adquiere de lo que estaba disponible para Texcoco. Al platicar con ingenieros civiles, arquitectos después de la cancelación del proyecto que apoya Peña Nieto, les pregunté sobre qué pasaría en el 2024 si pierde Morena la Presidencia: “Pues se retomaría la construcción de lo que quedó comenzado, eso están esperando los que ya han ganado, de todos modos, mucho dinero”.  

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