Fidel Rodríguez Ramos

   Una obra emblemática del presente gobierno federal es el llamado Tren Maya, en la península yucateca, a la misma se le han puesto muchos obstáculos por parte de colectivos ecologistas, se han detenido los trabajos, ocasionando la pérdida de cantidades importantes de dinero, el ferrocarril, dicen sus oponentes, no se debe establecer por afectar a largas corrientes, ríos que permanecen en el subsuelo, el argumento es inobjetable, pues recientemente se acaban de descubrir grutas, cavernas que dan fe de la presencia de la llegada de los primeros hombres que desde Asia vinieron a lo que hoy es América.

   En esos lugares paradisíacos hay pozas, cenotes sagrados, una laguna maravillosa de siete colores que es famosa a nivel mundial y que se encuentra en Bacalar; la desforestación no ha podido acabar con un clima único, que es preferido por visitantes de Europa, Asia que vienen a pasar largas temporadas de descanso. Todavía se puede transitar por caminos (Sacbe) que los mayas, en medio de la selva, construyeron hace más de quinientos años, ellos llevan a centros ceremoniales como Coba.

   El paraíso, poco a poco se va extinguiendo, por la presencia de miles de turistas, por el negocio inmobiliario, hotelero que es privilegio para unos cuantos empresarios extranjeros. Todo eso, aseguran los ecologistas, se arruinará gracias al ferrocarril. Pero para nuestra sorpresa, en Kalkini, Campeche observamos antiguas vías ferroviarias, o sea que tren siempre ha habido. Los precios de todo en Cancún, Tulum, Chichén Itzá, están fuera del alcance para millones de compatriotas que deseen por ejemplo pasar una noche en los exclusivos hostales, posadas donde cada noche cuesta, mínimo, siete, diez mil pesos. En Cancún los precios de cualquier cosa, en una zona exclusiva están en dólares o euros.

    El trazo, las rutas del tren se han cambiado varias veces, por la negativa de los hoteleros que no desean dar una “fea” imagen a sus clientes. Transitamos por la autopista de Cancún a Chetumal y no observamos mucho transitar de autos. Igual de Calkini a Campeche el servicio de transporte es reducido. Se antoja difícil creer que haya un boom de visitantes mexicanos a ese lugar exclusivo de millonarios, el tren seguramente lo aprovecharán los habitantes de Yucatán, Quintana Roo, Campeche.

    No dudamos que detrás de la crítica a ese transporte haya gente de buena fe, pero la protesta es política se desea condenar, atacar un proyecto que varias personas consideran malo por venir de un personaje que no han podido comer, surgido de una oposición que no les gusta. Antes de Obrador, Enrique Peña Nieto prometió una obra del mismo calado y nadie dijo nada. Ha faltado una discusión seria, saber los contras y pros de esa obra; el involucramiento de miles de gentes,  como se hizo en Puebla y Morelos, donde participa un nieto de Zapata, que hasta el momento han detenido la construcción de un gasoducto, el funcionamiento de una termoeléctrica. Lástima que esa discusión no la hagamos posible los simpatizantes de Morena, hoy interesados en promover a la figura que “supuestamente” triunfará en las elecciones presidenciales del 2024, lo dicho por Obrador en alguna ocasión sigue teniendo vigencia: “Morena es poco partido para un inmenso, noble pueblo ¿oh no?”. Valiéndonos gorro la falta de agua, la violencia, la educación, la embestida yanqui, los feminicidios, el cambio climático.       

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