Alma Gloria Chávez.
Para muchos/as de quienes trabajamos en Museos, esta época de crisis, inédita en la historia contemporánea, nos está obligando a realizar una reflexión profunda acerca de la importancia que estos espacios de encuentro, diálogo y participación habían logrado en los últimos lustros al interior de las comunidades que les dan vida y cómo hoy, en medio de esta situación de emergencia, se encuentran en grave riesgo, exhortándonos a permanecer alerta e impedir su letargo.
El “estado de excepción” provocado por la pandemia, ha venido a precarizar aún más el quehacer educativo, creativo, cultural, no sólo en México, sino en todos los países en que han aumentado la desigualdad social y los altos índices de violencia… fenómenos que sólo la educación, la ciencia y la cultura logran transformar. Es por ello que nuestro compromiso debe pasar de la resignación a la resistencia, considerando que abocarnos a su defensa es defender derechos humanos.
En algunas de las conferencias y mesas de diálogo virtuales a las que hemos tenido acceso en estos meses, se nos ha dado la oportunidad de escuchar las opiniones y reflexiones de importantes personajes, promotores, académicos y especialistas de diversos países de Iberoamérica que coinciden en que el ecosistema de la cultura, a nivel mundial, se ha transformado como nunca antes lo había hecho, y que no volveremos a relacionarnos como hasta ahora el ser humano lo había logrado.
Entrevistas a promotores y gestores culturales, nos han llevado a una revisión por la historia de los museos: historias de vida, textos, documentos, declaratorias, personas de las que hemos aprendido lo que hoy sabemos han sido, son y pensamos que pueden ser los Museos. Se nos invita, como gremio, a permanecer al tanto de lo que el Consejo Internacional de Museos (ICOM) propone para estos tiempos, tomando en cuenta de que la cultura resulta un proyecto que requiere de una intervención holística y no lo podremos enfrentar si no contamos con un marco de referencia… y con la participación del colectivo social… porque hoy como nunca, cabe la vinculación estrecha con las distintas colectividades locales, regionales, mundiales,
Por lo general, entre la mayoría de participantes se coincide en que hoy vivimos un mundo con una economía colapsada; sin embargo, no podemos ver sólo la economía… al ser humano no lo alienta sólo lo económico y tal vez un ejemplo de ello son los Museos: casas de Musas, de historia, de memoria, Vínculos con el pasado, con los antepasados, con la familia, con la niñez, con el lugar y el entorno. Luego entonces, la vocación que motiva a tantos trabajadores/as de Museos, también les ha llevado a desarrollar estrategias con menos recursos económicos, pero con una mayor carga emocional, creativa y humana. Se trata de lograr poner a cada visitante en el corazón del Museo. La “nueva normalidad” es el reto próximo para llevar a la práctica nuevas formas de recibir a los visitantes presenciales que siempre serán causa y motivo de nuestros afanes.
Tenemos noticias de que a nivel mundial se están cocinando nuevos programas educativos acordes al momento y al lugar: un diseño universal adaptado a lo particular. Y se sigue considerando a los Museos como esos espacios de educación no formal que complementan la educación de todo individuo. Entonces resulta necesario crear o reforzar las redes de colaboradores que trabajen con educandos, desde los Museos: artistas, creadores, historiadores, cuenta-cuentos, etcétera. No debemos tener miedo de “sacar” o llevar los Museos a donde se necesite: adaptándonos a las circunstancias. Los educadores debemos aceptar los nuevos retos como espacios de construcción. La pandemia nos obliga a pensarnos más creativos, más adaptables, más incluyentes y cooperativos.
Aunque en estos meses de confinamiento se han utilizado las plataformas digitales como medios para el desarrollo de distintos eventos que han impedido el paro total de los Museos y otras instituciones culturales, en las Mesas de Diálogo organizadas por el Museo Nacional de Arte (MUNAL) y el Centro Cultural de España en México, denominadas “Museos por la Igualdad, Diversidad e Inclusión” (27 al 30 mayo), la mayoría de participantes, especialistas de Museos, aceptó el invaluable apoyo que los medios digitales han ofrecido para permitir la comunicación y diálogo permanente entre los espacios museales y entre éstos y sus posibles “visitantes virtuales”, pero consideraron impensable que en los tiempos que siguen sólo puedan valerse de estos medios para lograr una auténtica democratización de nuestras instituciones.
Nuestros Museos deben seguir siendo los espacios de vida, de interacción, de aprendizaje y diálogo en colectivo. Incluyentes. Este es un momento histórico que nos obliga a pensar en todos esos proyectos que generan respeto e inclusión: comunidades indígenas, de discapacitados, de personas sin muchos estudios que nunca han acudido a un Museo. De acuerdo a las posibilidades, pensar en colectivo cómo generar espacios lúdicos, de creación, a través de la danza, la música, el canto, la lectura. Supliendo las carencias con imaginación, con creatividad y emoción. Cualquier carencia se suple con una buena atención. Nadie puede abandonar nuestros Museos, sin haber encontrado o aprendido algo que lo emocione.
Todo Museo se ve obligado hoy a cambiar el antiguo concepto de “acumulador de contenidos”, para convertirse en un espacio generador de vida. Cualquier Museo, en cualquier lugar del mundo, hoy se encuentra ante una gran necesidad de cambio.
Pensemos: ¿qué tipo de personas acuden a nuestro Museo? ¿qué puedo hacer para crear en cada una mayor interés? Con los retos que nos presenta la “nueva normalidad”, ¿qué actividades puedo proponer? Utilizando medios virtuales, ¿cómo puedo llegar, a qué tipo de “público”? Resulta necesario buscar nuevos mensajes para diversos escuchas, sin perder el objetivo de “volver al Museo más humano”. Recordemos que, aunque cambien las condiciones para acudir a los Museos, no cambiará el hecho de que un Museo es para todos los públicos.
Hoy estamos invitados/as a re-inventar nuestros Museos, adaptándolos a los momentos inéditos que vivimos y ratificando su vocación de ser: espacios de encuentro, de diálogo e inclusión. Espacios que merecen un presupuesto digno, por la dignidad que representan.