Fidel Rodríguez Ramos
Con la nueva epidemia hay dos cosas ciertas, la primera es su afectación sobre muchos patzcuarenses, más de trecientos y lo segundo, los trabajos para encontrar la vacuna salvadora van muy adelantados, pues en ese propósito participan ciento setenta y dos países.
Hay mucho empeño para tener la vacuna antes de que termine este año, en otros informes se dice que hasta el próximo año. Por ignorancia, por no comulgar con nuestros semejantes, por no creer en el COVID-19 muchos paisanos, en actitud desafiante, no portan el cubrebocas inventado hace más de cien años.
Menos vamos a saber que Don Pedro de Ahumada, donó mucho dinero para ayudar a quienes padecían los mortíferos efectos del cólera morbus. Recientemente a un costado de la Basílica se encontraron cuerpos cubiertos con cal, seguramente fueron víctimas de ese mal.
En muchos países se están preparando para reiniciar las clases presenciales, cuidando muchos aspectos como la sana distancia, uso de cubrebocas, uso de gel, pupitres, bancas individuales, salones especiales para atender inmediatamente los rebrotes que pudieran darse. La situación es tensa pues se cree que de darse la aparición del virus en los colegios fácilmente se infectarían el cuarenta, sesenta por ciento de la población escolar.
En México la educación abre más la brecha entre los que lo tienen todo y los que pobres. Expertos en ese campo mencionaban que era preferible esperar un año para diseñar un modelo eficaz de escuela, de materias, de acondicionamiento donde toda la sociedad se involucrara.
Hoy nos duele la perdida de clases, pero olvidamos los desastres, abandono, destrucción que sufren todas las escuelas del país desde 1949 hasta la actualidad. El gobierno en setenta años confió la instrucción a los nefastos personajes: Jesús Robles Martínez, Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo Morales quienes jugaron con las ilusiones de millones de niños.
El principal encargado de la educación, Esteban Moctezuma Barragán alardea de haber atendido siempre a la preparación de los estudiantes, tapando la falta de escuela desde el pasado mes de marzo. Hoy los únicos que gozan de algo parecido a la enseñanza son quienes tienen dinero, quienes desde hace poco tiempo usan la Tecnología de Información y Comunicación en el Tecnológico de Monterrey, Universidad Iberoamericana. Centros para una élite, una minoría que puede pagar colegiaturas de cincuenta mil pesos mensuales. ¿Quién le va a creer a Moctezuma lo relativo a que un millón de profesores se preparan para manejar computadoras y plataformas?