FOTO DE ARCHIVO: Pequeños frascos etiquetados con la etiqueta "Vacuna COVID-19" y una jeringuilla se ven en esta ilustración tomada el 10 de abril de 2020. REUTERS/Dado Ruvic/Ilustración

Fidel Rodríguez Ramos

Un enemigo invisible, pequeñísimo nos cambio la vida a los siete mil millones de habitantes en el planeta, a muchos los coloca entre la espada y la pared “si no salgo me muero de hambre, si hago mi lucha en la calle me contagio”.

Lo anterior se convierte en una difícil elección, sobre todo en México, donde las tres cuartas partes de la población se encuentran sin la posibilidad de tener un trabajo estable, y ahí les vemos vendiendo por lo general comida, tacos, dulces, café encomendándose a todos los santos, porque aquí en esta patria la llamada clase política tiene, según ella, preocupaciones más relevantes como organizar campañas para ver quienes serán los próximos agraciados que cada semana o quincena reciben abultados salarios como presidentes municipales, gobernadores, diputados o senadores, y no ver de que manera se pudieran procurar dignos recursos a esa gente valiente, el Peje se cansó de pedirles auxilio a los partidos y lo único que recibió fue el silencio.

Deben cobrar los aspirantes mucho porque también así fue la enorme cantidad que gastaron en propaganda y chucherías, las nuevas autoridades no tendrán problemas de conciencia, porque deben recuperar algo de lo que debieron conseguir seguramente prestado.

A lo mejor por eso varios gobernadores se reunieron en Tamaulipas para ver si hay legalidad en lo que desean: comprar, distribuir, aplicar vacunas contra el coronavirus, de pronto diez gobernadores creen en algo que antes repudiaban, la posibilidad de que se encontrara un antibiótico. Ellos creen que si lo logran ganaran puntos, presencia para los próximos comicios, donde para su desgracia la gente tendrá la oportunidad de cobrar algunos de los muchos agravios que los partidos, gobiernos les han dado. Esos gobernadores no creían en nada, se burlaron del semáforo, exigieron pruebas para detectar el mal sin considerar la falta de dinero en el gobierno federal.

Hay tanta irritación en la gente de abajo, en la de a pie que ni siquiera los morenistas la tienen ganada en Michoacán, nuestra gente conoce bien a muchos de los autonombrados candidatos, que hicieron un acto de magia para desaparecer de nuestra golpeada entidad por lo menos desde hace veinte años. Absurdamente desean que creamos su disposición para “ahora sí” empezar a arreglar lo que nunca consideraron, como la violencia. La tarea más peligrosa la hace el doctor Mireles (QEPD), el pueblo fue el constructor del nuevo momento al definirse por Obrador, cansados de ver tanta arbitrariedad como pagar nueve millones de dólares (ciento ochenta millones de pesos) por un curso de hora y media que se dio a tres personas, en los últimos días del gobierno federal pasado.

Si no creemos en la vacuna, estamos perdidos, estaríamos haciendo menos a un monumental esfuerzo científico, eso lo desean quienes ven con alegría la muerte de más de un millón de hermanos en el planeta. Colaboremos y dejemos de ver lo mucho que, de política, economía, ambición que, por supuesto hay en todo ello, recordemos es nuestra vida la que se encuentra en peligro. Esperemos salir de este angustioso momento y entonces si hagamos caso a las voces que no se cansan de difundir la supuesta ignorancia de quienes están al frente del cuidado de nuestra salud, curiosamente hoy no se miden en criticar a Hugo López Gatell no lo hicieron ¿por cobardía? cuando ese médico colabora con el PRI o PAN.

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