Fidel Rodríguez Ramos
A pesar de que en nuestro país hay un alto profesionalismo, investigadores reconocidos mundialmente, desde hace por lo menos cincuenta años, no se ha deseado, no hay el más mínimo interés para hacer libros que inviten a los niños y jóvenes a sumergirse en sus páginas.
Los libros se hacen, por su contenido, imágenes, tipo de letra, vocabulario como en una licuadora, provocando en millones de gentes un desinterés para consultarlos, es cierto que se recurre a ellos, pero por no existir otro remedio. Hay mano negra, pues no es posible aceptar que cada año se hagan gastos exorbitantes en volúmenes, que no responden a la necesidad de promover, por lo menos el gusto por la lectura, ya no digamos por poner un primer escalón para iniciar un verdadero desarrollo, en todos los sentidos, materias, prácticas que con urgencia necesitamos.
Hipócritamente se han alzado muchas voces para condenar el material que habrá de entregarse en los próximos dos años, diciendo un mar de mentiras, pues nunca a los poderosos les ha convenido hacer realidad la propuesta de un gran hombre, reconocido en los cinco continentes que dice: “La verdad os hará libres”. En México hay tanta inteligencia, que un paisano nuestro (qepd) conocido como Rius, provoca con unos sencillos cuadernos ilustrados, una exitosa revolución en Nicaragua, pues cuando preguntan a los comandantes sandinistas sobre el autor intelectual que los motiva a hacerla, enseñan unos pequeños cuentos de monitos ilustrados.
Ante esa falta de compromiso, de la Secretaría de Educación Pública que esta al garete, sin dirección alguna, los adultos tenemos la obligación de hacer ese gran libro, que con urgencia piden millones de niñas y niños. Cada uno de nosotros puede escribir, en nuestra vida diaria, un pequeño fragmento, unas cuantas líneas, para que las vean todos. ¿Pero cómo hacerlas? Pues portándonos mejor, dando un buen ejemplo, comprometiéndonos a ser mejores cada vez. Rechazando la simulación, condenando las prácticas que hacen, como una forma natural, quienes se han enquistado en la llamada vida política o partidaria, donde los actores, en medio siglo, curiosamente no han hecho otra cosa como no sea destruir esta madre Patria.
Ese absurdo actuar, que por si fuera poco les pagamos, oculta cosas más bellas, importantes que deberían tener prioridad en los medios de comunicación, que propagan cosas insultantes, que ofenden a todos por sus altos niveles de grosería sucia. Se debería destacar lo que hace la niña chiapaneca de ocho años Xóchitl Guadalupe Cruz López, quien construye, con cosas comunes, un calentador solar, ese proyecto, obvio, se reconoce en otros ámbitos, espacios menos aquí. Otro investigador universitario de la Universidad Autónoma de México es reconocido con la entrega del Premio Nobel, por sus trabajos en bien de la humanidad que desea saber su historia.
Podemos hacer páginas de ese libro, siendo, formándonos como ciudadanos, algo que no nos han permitido ser en más de un siglo, pues por no serlo, creemos que debemos pedir de “favor” a las autoridades brinden, lo que por ley deben procurarnos a todos. Nosotros no contrajimos una deuda monstruosa en el extranjero, que hasta el cansancio se ha dicho que no nos permite crecer, si fuéramos ciudadanos exigiríamos, junto a los que dicen gobernar, un alto, aunque fuera momentáneo de esta criminal sangría, todos por ejemplo debemos casi cien mil pesos, si lo que se da cada año como tributo se nos diera a los michoacanos, podríamos atender nuestras necesidades de diez años, así de grave es el asunto.
Plantemos un árbol, rechacemos plásticos, exijamos el tratamiento de nuestras aguas negras, colaboremos para prevenir los incendios forestarlos, ayudemos a combatirlos, si lo hacemos, estaremos escribiendo la más bella página de ecología.