Fidel Rodríguez Ramos

   Desde hace treinta años, un creciente anillo de huertas de aguacate ha rodeado las tres cuartas partes de las orillas del lago de Pátzcuaro, ese cultivo necesitó suelo perfecto para desarrollarse, agua en abundancia, lo primero se resolvió arrasando fresnos, pinos, madroños, encinos. Incendiando intencionalmente bosques que apenas se estaban regenerando, debido a que durante más de cien años los sotos de Michoacán fueron talados por empresas canadienses, norteamericanas y locales que logran acumular grandes fortunas.

  Desde 1990 el agua ha empezado a escasear, volviéndose su venta un redituable negocio de refresqueras gringas, que la ofertan quinientas veces por encima de su valor, aunque muchos reconocemos, por su importancia para la humanidad, que no tiene precio.

   Todos los pueblos y comunidades, ciudades que rodean al vaso lacustre patzcuarense, deben mirarse en el espejo que es Cuitzeo, donde se está a punto de declararlo acabado. Ello es debido a graves errores, como poner tres calzadas artificiales para poder cruzarlo, por usarlo como fosa séptica de aguas negras que llegan sin haber recibido el más mínimo tratamiento, por la desforestación, lo que era un vergel, poco a poco se fue convirtiendo en un desierto estéril, para desgracia de pescadores, agricultores, restauranteros, habitantes que padecen tolvaneras de polvo.

   “Rescatarlo”, algo que se antoja imposible, costaría, a decir de especialistas, tres mil millones de pesos, la cifra no nos parece real, pues por lo menos se necesitaría veinte veces más la misma suma. En Los Ángeles, en Chile trataron de impulsar la fiebre aguacatera, y no lo lograron pues ese cultivo es exclusivo, desde tiempos prehispánicos de diversas partes de México, y claro nuestros antepasados no lo vieron como negocio, cada hogar tenía su arbolito, la envidia, el hacerse de dinero ha viene desde hace tiempo, antes que en Pátzcuaro llega a la laguna de Tzirahuén, donde las huertas arrojan químicos que envenenan sus aguas.

     Y, el negocio en todo el país, viene caminando, arruinando la existencia de la gente, del medio ambiente, nadie se opone a un uso RACIONAL de lo que nos dio a todos la naturaleza, pero es injusto que una cervecera alemana en Zacatecas, diariamente, con NUESTRA agua elabore ¡22 millones de bebidas alcohólicas!, que vende en varios países, el líquido extraído a gran profundidad afecta a ganaderos, agricultores, a niños, mujeres pues el agua simplemente desapareció de sus manantiales. Se observan grietas, hundimiento de la tierra, la empresa por supuesto “paga” por ese arbitrario uso del líquido prácticamente nada.

    Obligación de nosotros los adultos, es atender la creciente destrucción de todo, más si reconocemos que a los gobernantes, no les importa la relación de muerte que se lleva con nuestra Madre Tierra.

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