Fidel Rodríguez Ramos
El pasado 23 de junio, el gobernador Silvano Aureoles Conejo, se pronuncia por la necesidad de declarar nulo, sin efecto legal, el reciente proceso electoral, donde logra el triunfo Alfredo Ramírez Bedolla del Movimiento de regeneración nacional (Morena), esa fue la voluntad de la gente, de los sufragantes, a pesar de que previamente se hizo hasta lo imposible para desalentar la participación en algunos municipios purépechas.
Silvano se declara, absurdamente, en contra de lo que fue la decisión de miles de votantes, asegurando de que el triunfador hará de Michoacán un campo propicio para la violencia, como si ahora ésta no existiera. Sus declaraciones desafortunadas, como no tener miedo a nada ni a nadie, le colocan en un indigno papel, rebaja el cargo que la ciudadanía le confía en el 2015, con la firme esperanza de que hiciera un buen trabajo, para beneficio de todos los sufridos habitantes, que carecen de agua, atención médica, buenos salarios y un sano desarrollo.
Aureoles se dedica en su administración a realizar faraónicos paseos a China, España asegurando que eran con el propósito de establecer lazos comerciales, culturales que rápidamente se esfuman en cuanto baja del avión a su regreso. Perseguir a maestras, golpearlas, lo mismo que a profesores que los reprime y encarcela, además de retener, escamotear sus reducidos salarios, fue su quehacer cotidiano. Gusto de él fue reprimir, eliminar a indígenas como sucede en Arantepacua donde la comunidad no ha encontrado justicia para sus caídos. Igual los feminicidios, rápido cayeron en el olvido vergonzosamente. Su gobierno, no exageramos, ha sido fuertemente represor.
Silvano actúa siguiendo sus principios, él aprueba la Reforma Educativa de Peña Nieto, que se impone a sangre y fuego; acepta que el empresario Claudio X González, forme un bloque de tres partidos, unir al PRI, PAN y PRD para derrotar a Obrador, el pasado seis de junio. Gracias a él, en Michoacán y en todo México hay división, resentimiento, odio, pues abiertamente ha retado al gobierno federal, con múltiples groserías, olvidando su alto cargo de representación, como decir: “No vamos a usar ésta basura de China, la vamos a devolver”, refiriéndose a las mascarillas, guantes, gel que le hacen llegar. Con otros once gobernadores, claramente pintaron su raya, declarándose como algo aparte de la República, aprovechando el agravamiento de la pandemia, bravuconamente expresaron: “por nuestra cuenta vamos a comprar vacunas y ponerlas en nuestros estados”.
Nos encontrábamos, en una pasada reunión con senadores en la ciudad de México, de pronto, sin previo permiso, entró su homólogo Aureoles, empieza, en medio del desconcierto, a saludar a todos los presentes, diciendo: “Son mis paisanos, atiéndanlos bien, resuelvan sus justas peticiones”. Por supuesto ni en ese momento, ni ahora creí en su palabra, a pesar de su buena figura y carisma”.