Investigó: José Octavio Ferreyra Rodríguez

    “Por Estado se entendía a la entidad autónoma, libre que utilizaría su poder en favor de los grupos y clases marginados, pobres y para fomentar el desarrollo económico independiente, fue un elemento importante de la Revolución Mexicana.

  La Constitución de 1917 consagra claramente la autoridad del Estado como encarnación del interés nacional, el que ejerce la soberanía sobre el territorio nacional y el responsable de la educación del pueblo.

  Acepta el régimen de propiedad y las relaciones de producción capitalista, pero permite al Estado imponer restricciones a la propiedad privada, llevar a cabo una amplia reforma agraria y revisar las concesiones monopólicas otorgadas a individuos y empresas.

   También establece la implantación de una amplia reforma en materia laboral, incluso la jornada de ocho horas, el salario mínimo, el derecho de los a sindicalizarse u organizarse, y el de huelga. Según el Artículo 27, el Estado queda explícitamente autorizado a tomar las medidas necesarias para fraccionar los latifundios y repartir las tierras a los individuos y centros de población. También garantiza a los poblados que no cuenten con tierras comunales el otorgamiento de ejidos por parte del Gobierno Federal”.

   Mucho de lo anterior, por órdenes superiores internacionales se perdió, miles de nuestros políticos, vergonzantemente callaron, desconocieron su origen que presumían, de considerarse como fruto del movimiento de 1910. Todavía hoy muchos reniegan, critican que el actual gobierno ayude con unos cuantos valiosos pesos, cada dos meses, a nuestros queridos familiares de la tercera edad, ocho millones de adultos se benefician cada dos meses.

    Los medios critican del alza de precios al gobierno federal, y éste al contrario trata de aliviar la economía familiar, declarando la creación de una empresa gasera, del gas que se ha elevado a los cielos, inalcanzable por su precio para mucha gente pobre, para nuestros taqueros que se encuentran entre la espada y la pared pues no desean elevar el precio de su suculento platillo para no afectar la economía popular, de nosotros.  Nora Hamilton.

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