Fidel Rodríguez Ramos

      En treinta años, solamente una vez gran parte del pueblo ha ganado una importante batalla, que se produce cuando Morena conquista el poder Ejecutivo.

   Antes de ello en 1988, la nación casi toca el cielo cuando reconoce el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas, frente a Carlos Salinas de Gortari, millones de gentes disgustadas se niegan a aceptar el robo salinista de la voluntad popular en las urnas receptoras de votos. El zócalo del entonces Distrito Federal  se desborda con gentes de todo el país, muchos le piden a Cárdenas ir hasta el final, pero les contesta: “No, mi lucha es pacífica”. Ignorar esa demanda le lleva a pedir auxilio, reclamar su triunfo ante autoridades norteamericanas.

     En 1994 se produce una insurrección armada indígena en Chiapas, que muestra la necesidad urgente de transformar la patria, para hacer justicia a los más humildes, a los aborígenes marginados, olvidados durante quinientos años, su ¡Ya basta!, conmueve no sólo a los mexicanos sino a todo el planeta.

   La principal demanda aborigen: Democracia, Libertad y Justicia tiene hoy plena vigencia. Sin embargo su  noble causa se demerita por el afán protagonista de muchas personas, que llegaron al extremo de querer dar indicaciones a más de seis millones de indígenas, poco a poco se abandona a los insurreccionados, y se pierde una gran oportunidad de organizar todo un descontento nacional, hacia un llamado neoliberalismo que exigía a los gobiernos desatender todas las necesidades de educación, salud, empleo, vivienda, hacer a un lado la llamada justicia social, por no estar ya a la altura de nuestro tiempo, por ser ya cosa anacrónica. Su organización el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), rechaza esa etapa del capitalismo agonizante, formando en sus territorios los llamados “caracoles”, autónomos.

   La llama de la esperanza, para mucha gente vuelve a crepitar con el triunfo de Vicente Fox, con su propuesta de terminar con todas las malas artes de los gobiernos priistas, de llevar adelante un verdadero régimen que garantizará la materialidad de ancestrales deseos de justicia. Su administración al final se convierte en una fuerte desilusión, pues lo que condenaba al final también lo practica, como la corrupción, enriquecimiento y derroche desmedido.

    Los trabajadores sufren el escamoteo, la reducción de sus derechos más elementales. Una posibilidad de detener ese atropello, se conoce cuando Felipe Calderón desaparece la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, despidiendo a cuarenta mil electricistas, esa acción la condena toda la población, íntegramente el corazón del país participa, apoya, se solidariza con todas las acciones del Sindicato Mexicano de Electricistas, sin embargo no es posible, no se tiene la visión para organizar, aglutinar toda una serie de movimientos sindicales, huelgas, reclamos de obreros, campesinos, amas de casa, profesionistas.

     El término, acotamiento de la violencia que hoy nos aqueja parecía haber sido conjurada por el poeta Javier Sicilia, quien exitosamente llama a una condena nacional, que se muestra con una caravana que se inicia en Cuernavaca Morelos, para terminar en la Ciudad de México; millones de mexicanos hicieron, sintieron suyo ese movimiento. La esperanza se evapora cuando el poeta empieza a abrazar cálidamente a quienes la población ubicaba como los verdaderos responsables de una desgracia que se vuelve más trágica, grave por la epidemia que ha cobrado un alto número de vidas.

    Durante su campaña a la Presidencia Enrique Peña Nieto visita la Universidad Iberoamericana, donde es seriamente cuestionado por los jóvenes, el fuerte reclamo hace que se refugie en los sanitarios. Después asegura que no fueron estudiantes quienes le recordaron su actuar violento en San Salvador Atenco, que se resistía a entregar sus tierras para un aeropuerto.

   De ahí nace el movimiento “Yo soy 132”, de los muchachos desde Mexicali hasta Cancún, que también recibe todo el apoyo popular, por considerar que ellos eran un elemento valioso para transformar un país injusto. Ese proyecto se desvanece  cuando la dirigencia es cooptada por televisoras comerciales y o con puestos de gobierno.

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