Por Edmundo Cázarez C.
-Primera de tres partes-

Roy Alberto Campos Ezquerra, es un sinaloense ejemplar. Orgulloso de sus raíces y profundamente enamorado de la vida y de sus tres hijos. Un extraordinario ser humano. Con sobrada nostalgia, no puede esconder los recuerdos de sus años infantiles y juveniles vividos en Alcoyonqui, municipio de Culiacán y Mocorito, en donde nació un 29 de enero de 1959. Roy Campos, el mismo personaje al que hemos observado en foros públicos y medios de comunicación, como la voz autorizada en todo lo relacionado a encuestas de salida en contiendas electorales, lo cual, le ha hecho merecedor del respeto y admiración, mostrando brillantemente, el resultado de su trabajo como Presidente y Director General de Consulta Mitofsky, empresa que ha recibido el reconocimiento nacional e internacional.

Roy Campos posee una impresionante trayectoria académica y laboral que parecen no tener fin. A los 17 años de edad, decide abandonar el seno familiar para trasladarse a la Ciudad de México con el deseo de ingresar a la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, su Alma Máter, en donde estudia la carrera de Actuario, así como las Maestrías en Matemáticas y Estadística, concluyendo todas, con grado de excelencia. Con el paso del tiempo, opta por incursionar en la docencia, al impartir clases en la misma Facultad de Ciencias de la UNAM que lo vio crecer, lo que le hace acreedor del cariño y respeto de sus alumnos que recibían sus enseñanzas en las materias de Análisis Matemático, Cálculo y Geometría Analítica. Posteriormente, la Universidad Autónoma de Aguascalientes le extiende una invitación en donde lo designan director de la Facultad de Ciencias.

Como reportero, entrevistar a Roy Campos no me resultó nada, pero nada fácil. Y no es porque el señor sea sangrón o se dé su importancia… ¡Para nada!!, es un hombre sumamente sencillo, sincero, amable y respetuoso. Durante tres largos años, estuve duro y duro solicitándole me concediera una entrevista exclusiva de semblanza. Lo más curioso es que, con mucha frecuencia, lo vemos aparecer en muy diversos medios de comunicación electrónicos que lo invitan para que emita su muy valiosa opinión, ya sea en temas referentes a encuestas y procesos electorales –su especialidad-, así como en otros temas de interés nacional. Resulta que a Roy Campos no le gustan las entrevistas, pues argumenta que no tiene nada importante que decir acerca de su destacada trayectoria, académica, laboral y profesional.

A sus 62 años de edad, sorprende por su vitalidad, una memoria prodigiosa y poseedor de un bagaje cultural envidiable. Al aceptar conversar con este reportero por espacio de más de tres horas, subraya una y otra vez, que es la primera vez que habla de su vida privada. Debido a las medidas sanitarias implementadas por el COVID19, respetuosamente, me pide que la podamos llevar acabo vía zoom. En esta primera parte, de las tres que integran esta interesante entrevista para ÍNDICE POLÍTICO, sostiene que: “El éxito en la vida no es cuestión de suerte, sino que se requiere de mucha preparación”. Además, me permite descubrir a un ser humano fuera de serie, sencillo, amable, culto, educado, así como también, logro disipar la tonta idea que platicar con un experto en Ciencias Aplicadas, me resultaría un tanto desconcertante, debido a que nunca he sentido atracción por las matemáticas ni nada que tenga que ver con los números, tan es así, que ya no sé ni cuántos años tengo.
-¿Cómo te va en la vida?
-Uff, ¿Me juras que no es broma?…
-…No, por supuesto que no. Sabes el enorme respeto y admiración que te tengo…
-Es que me haces una pregunta tan difícil de responder y en un momento totalmente inadecuado en medio de esta terrible pandemia.
-¿Crees que la vida se acabe por completo por todo lo que estamos pasando…?
-En medio de la pandemia, nadie pero lo que se llama nadie, puede estar contento de la vida, así tal cual.
-Dice el dicho que cada quien habla de la feria como le va en ella…
-Más allá de mi parte personal, es la parte que uno ve de la humanidad, de la familia, de las amistades y bajo ningún concepto, puedo decir que està del todo bien.
-¿Con el respeto que me mereces, en tu círculo personal, has tenido sensibles bajas a causa de la pandemia?
-He perdido familiares y amigos muy queridos.
-¿Pero tú estás bien?
-Me han hecho exámenes… y afortunadamente soy negativo!! Así como a mi familia cercana y directa, es decir, mi esposa, hijos, hermanos o mi mamá, todos están bien.
-¿Aún así, te sientes triste?
-Es que tampoco puedo estar del todo contento cuando veo a la humanidad como si fueran mis cercanos. Me entristece muchísimo no poder hacer absolutamente nada y solamente cuidarme, cuidar a los míos y es un mal momento para decir que me va bien.
-Y si quitáramos la pandemia del escenario, ¿cómo te sentirías?
-Vaya, me gusta más la pregunta. Si quitamos la pandemia de la ecuación, digamos que estoy atravesando por momentos, profesional y familiarmente muy buenos.
-¿Cuál ha sido la fórmula que Roy Campos ha puesto en práctica para ser tan exitoso?
-El éxito no depende de un solo factor, sino que se requiere de muchísima preparación, y quizás, de un poco de suerte.
-¿Se nace con ciertas habilidades de éxito en la vida?
-Creo que todos, pero lo que se llama todos, tenemos alguna habilidad y talento al nacer.
-¿Cómo dar el primer paso para entender y comprender las habilidades que se tienen al nacer?
-Vaya pregunta que me formulas. El primer paso al que te refieres, es identificarlo y desarrollarlo… ¿Para qué?, pues para estar preparado cuando la suerte te brinde la oportunidad de desarrollarlo exitosamente.
-¿Qué demonios es el éxito?
-El éxito es producto de tres factores: El primero de ellos son los talentos innatos. El segundo factor consiste en la preparación de cada quien, y el tercero, un componente aleatorio y de suerte.
-¿A lo mero macho, la suerte existe?
-La suerte se le presenta a cada persona en algún momento o en varios momentos de la vida le llegan estas oportunidades.
-¿Y el talento qué papel juega?
-El talento es lo que te ayuda identificarlas, pero la preparación, es lo que te permite aprovecharlas.
-¿Roy Campos es poseedor de un talento heredado?
-Quizás, Roy Campos haya nacido con un talento heredado de familia y hasta con cierta facilidad de un pensamiento abstracto para el adecuado manejo de los números.
-¿Eres bueno para las matemáticas…?
-Es algo nato de familia y te puedo decir que es una característica desde mis abuelos han tenido una habilidad para el manejo de los números y las estadísticas.
-¿Un talento para pensar de manera abstracta?
-La numerología es eso exactamente, pero también, el deseo de prepararme, debido a ello, es que estudié muchísimo y de esta manera, cuando las oportunidades se me presentaron, pues es como las pude aprovechar.
-Gracias a una ardua preparación es como logras incursionar al éxito…
-Si eso me ha llevado al éxito o no, creo que es más fácil llegar a determinado lugar, pero el éxito real es no haber llegado, sino que el éxito es haber estado bastante tiempo en el mismo nivel en el que estoy. ¿Si a eso le llamas éxito?, te puedo decir que simplemente es donde he podido mantenerme…
-¿Si no es éxito, entonces qué demonios es…?
-Llamémosle que es un simple mérito de saber permanecer en donde actualmente estoy.
-¿Cómo era Roy Campos de niño?
-Vaya que habilidad tienes para saber llevarme a lugares tan personales de mi vida. En aquellas etapas de mi infancia. Recuerdo que me llamaban algo así como “nerd” y que hoy en día, no sé cómo es que le digan.
-¿A lo mero macho, eras un auténtico “nerd” y hasta lo aceptas?
-Ja, ja, ja, tu frase de “A lo mero macho”. Si, la verdad es que sí fui un verdadero “nerd” Reconozco que siempre fui demasiado estudioso…
-¿Estudioso o un simple “matadito”
-Si algunos jóvenes vieran mis calificaciones de aquel entonces, seguro que les va a dar asco.
-¿Cambiabas los cochecitos o pelotas por las tablas de multiplicar?
-Para recordar mis juegos o mis juguetes favoritos, mi mamá te diría que jugaba con lo que fuera. De repente, me dejaba en algún lugar y si estaba a mi alcance una vara y un hilo, con eso me ponía a jugar.
-¿Cuál era tu juguete favorito?
-En aquel entonces, los juguetes eran totalmente sencillos. Me divertía con mis soldaditos de madera. Era bueno para las canicas. ¿Pero sabes qué…? No sé si recuerdes de aquellas cajetillas de cerillos de La Central, me convertí en un coleccionador de las figuras que traían al reverso. Asimismo, era fanático de coleccionar todo tipo de corcholatas y fotografías de famosos beisbolistas. En mi libreta, llevaba una estadística de las fotografías de famosos beisbolistas como Héctor Espino, Celerino Sánchez y Horacio Piña, quienes eran mis ídolos porque el béisbol era mi deporte favorito al ser de sangre sinaloense.
-¿Qué recuerdos guardas de tu paso por la primaria?
-Uff, me pones en un verdadero dilema. En la primaria era bastante bueno para el trompo, pero no para el yo-yo. Para el balero nadie me ganaba, tan es así, que hasta la fecha lo sigo practicando con cierta habilidad. Sin embargo, no dejaba de ser un auténtico “nerd…”
-¿…Por qué?
-Porque mis juegos eran más de escritorio, de mesa y de retos. Eso me llevó a que durante la adolescencia me aficionara de lleno al ajedrez.
-¿Un pequeño “geniecillo?
-Mi juego predilecto era el ajedrez que lo combinaba con el pin/pon, juegos que se practicaban en el interior de casa.
-¿Un Gary Kasparov mexicano?
-No era para tanto, además, nunca lo jugué a nivel profesional, pero sí, llegué a ser considerado dentro del ranking nacional y clasificado como ajedrecista juvenil nacional.
-¿Qué número te tocó ocupar en el seno familiar?
-Cinco hijos y con mis papás éramos siete. Pero quiero contar también a mi abuelita -la mamá de mi mamá-, que siempre vivió con nosotros. De esos cinco hermanos, me tocó ser el tercero; dos mujeres primero y luego tres hombres, el mayor de los hijos varones. De esos cinco hermanos, quedamos cuatro. El más chico. Enrique, falleció a los 35 años de edad, a raíz de un cáncer en la cabeza.
-¿Colmado de mimos y regalos con Santa Claus?
-Cuando uno no sabe quién es Santa Claus, le pide de todo.
-¿Qué le pedias que nunca te complació?
-En Sinaloa no había ni Reyes Magos ni el Niño Dios. Era Santa Claus quien relativamente, nos hacía felices. El 6 de enero, en el árbol de navidad, mi mamá nos ponía la ropa que la habíamos acompañado a comprar y algo de dulces. Con Santa Claus nunca recibimos regalos o juguetes caros. Sabían perfectamente los gustos de cada uno de nosotros, juegos de mesa y destreza.
-¿Cómo era una nochebuena en la familia Campos?
-Siempre había una cena exquisita, pero antes, teníamos que bañarnos y presentables tanto para sentarnos a cenar como para la fotografía del recuerdo. Una noche especial en casa, sobre todo, cada noche buena nos llegaban los regalos de parientes que teníamos en la Ciudad de México. Cada año, le tocaba a un hijo leer las tarjetitas de los regalos.
-¿Qué querías ser de grande?
-Hasta sexto de primaria, lo único que me interesaba ser, era ser niño. No pensaba ser como mi papá ni nada de eso. Lo único que les decía a mis papás, era que quería conocer el mundo. La lectura me abrió la imaginación. De esta manera, a los 28 años fue la primera vez que pude ir a Paris y me dediqué a recorrer los lugares que ya conocía gracias a los libros.
-¿Alguna vez supiste de la fuerza de la mano de tu papá en reprimenda a las travesuras?
-Si, por supuesto que sí, sobre todo a mí porque era el mayor de los hombres, en cualquier conflicto entre hermanos, era yo quien captaba el furor de mi padre. Me tocó afrontar una situación bastante incómoda en cuestiones de disciplina familiar.
-¿Un padre golpeador?
-No, por supuesto que no. Bajo ninguna circunstancia podría afirmar que me tocó tener un padre golpeador… ¡No, para nada!! Un padre educado muy a la antigua, en donde mi mamá era quien tenía que ver más con la educación de los hijos, mientras que el jefe de la familia era el papá proveedor.
-¿En qué trabajaba tu papá?
-Mi papá fue Roy Campos Paterson, un periodista de El Sol de México y locutor de radio. De hecho, provengo de una familia de periodistas porque mi abuelo fue fundador de El Heraldo de México y El Universal.
-Vamos, el periodismo lo traes en la sangre…
-Indudablemente, viví dentro del ambiente periodístico porque era el trabajo de mi papá, ser periodista, pero un periodista de provincia, y tú más que nadie, conoce perfectamente lo que significa ser periodista de provincia. Según tengo entendido, te iniciaste como reportero en La Voz de Michoacán y conoces muy bien lo que significa en términos de vocación, de trabajo y dificultad ser periodista de provincia…
-¿La mal llamada “prensa chica”?
-Exactamente. Mi papá desde muy chavo, tenía mucha facilidad de palabra, fue locutor de radio y hasta Maestro de Ceremonias en infinidad de eventos, como suele suceder en provincia.
-¿Fuiste el único periodista entre los hermanos?
-No, uno de mis hermanos escribe todos los días en el periódico El Debate, que se edita en Culiacán, a quien conocen como “El Flaco” Campos, y también escribe sobre deportes. Pero también, una de mis hermanas, a veces, colabora semanalmente en el famoso periódico El Noroeste, sobre temas de educación. Así es que mi familia está muy relacionada con el ámbito periodístico.
-Bueno, Roy Campos goza de enorme respeto y credibilidad en los medios de comunicación…
-Es que yo no soy periodista…
-¿…Por qué niegas la cruz de tu parroquia…?
-Insisto, es que yo no soy periodista. Una cosa es que me acerque al periodismo por los buenos amigos que me dispensan su amistad y me invitan a emitir opiniones sobre diversos temas…
-¿Por qué te incomoda cuando se reconoce tu profesionalismo…?
-Roy Campos es un ser como cualquier otro y no tiene absolutamente nada extraordinario.
-Volviendo al tema de tu infancia y adolescencia, ¿Cuál fue el año “coco” en primaria o secundaria?
-Ninguno, porque era muy pero muy aplicado en todas mis clases. Por eso te digo que a cualquier joven que viera mis calificaciones de ese entonces, les produciría asco.
-¿Cómo premio a tu dedicación recibías un jugoso domingo?
-A ver, tu sicología ahora sí que te fallo. ¡De domingo no me daban nada!! Nunca fuimos de domingo porque éramos demasiados hijos para una familia de clase media/baja en economía, pero “alta” en cuestiones de cultura. Con el sueldo de mi papá como periodista. Mmm…tú sabes a lo que me refiero…
-¿Un modesto cochecito a la puerta de la casa…?
-Pues tampoco, en mi memoria no existe el registro de que en la familia jamás hayamos estrenado un auto. Mi mamá tenía que hacer verdaderos milagros con el presupuesto familiar. Sorprendentemente siempre, pero siempre, salía adelante. Uno de niño no alcanza a percibir esas dificultades hasta cuando se transforma en responsable de una familia.
-Una madre ejemplar y abnegada…
-Mi papá, tuvo la suerte de contar con una esposa ejemplar, dedicada en cuerpo y alma a su familia. Una joven que contrajo matrimonio a los 16 años y fiel a su cometido de acompañar y apoyar su esposo, además, cuidar a su familia. Mi mamá aún vive, mientras que mi papá ya no.
-¿Cuál era ese platillo que tu mamá preparaba, que hasta los dedos te chupabas?
-Intempestivamente, la voz de mi entrevistado se le quiebra, denoto que le cuesta un poco seguir hablando. Discretamente y con la mano derecha, limpia unas lágrimas de sus ojos y me dice: “Es la primera vez que hablo de mi vida personal y más, dentro del contexto de una entrevista. Te agradezco muchísimo que tengas la deferencia de “urgar” en mis recuerdos tan privados” Todavía me sigue preparando lo que más me gusta. Y te digo que todavía porque aún vive y cuando voy a visitarla, ya sabe lo que más me gusta y me lo prepara…
-Pero, ¿Cuál era ese platillo tan especial?
-Déjame hacer una breve connotación. En mi casa, la que cocinaba era mi abuelita, Uff, era totalmente dedicada a la cocina, me tocaba ver cómo mataba los pollos que teníamos en el corral y nos preparaba un guisado con verduras realmente delicioso. Ella, murió a los 90 años de edad.
-¿Ya dime cuál era el platillo preferido que preparaba tu abuelita?
-El picadillo, que le quedaba delicioso. Así como un guisado conocido como “cazuela” a base de carne de res con un caldillo exquisito… Edmundo, por tu culpa, se me está haciendo agua la boca. Ja, ja, ja. Mientras a mi mamá, ¡los postres le quedaban de lujo!! Por cierto, con el deseo de ayudar a la economía familiar, mi mamá decidió hacer pasteles de chocolate y que vendíamos en la puerta de mi casa y hasta se daba tiempo para surtir a pequeños restaurantes.
-Una familia de diez…
-Ja, ja, ja, nada más éramos 8. Pero si te refieres a la calificación, ¡Era de cien!! Mi abuelita daba clases de matemáticas en el Colegio Rosales, en donde, por cierto, Juan de Dios Bátiz era el Rector. Pero también, veía todos los días a mi mamá frente a sus cuadernos de contabilidad de la casa. Edmundo, de verdad, mil gracias porque estos recuerdos de infancia me ayudan enormemente.
-Pues no es para menos, sentir ese orgullo por tus raíces…
-Soy un afortunado haber contado con una familia provinciana y muy rica en cultura. También recuerdo las palabras de mi papá, una y otra vez nos decía que lo único, pero lo único que nos iba a heredar era la educación… ¡Y lo cumplió!! Gracias a él, se me quedó marcado el gusto y hábito por la lectura.
-En ése entonces, ¿Cuál era tu libro favorito?
-Ja, ja, ja, ésa es una pregunta que debiste hacerle a Peña Nieto en la FIL. Mira querido amigo, déjame decirte una cosa para que veas “el nerd” que era Roy Campos. Hubo una época en la preparatoria en donde me leía un libro… ¡al día!!
-¿…De verdad…?
-Sí, ése era el nivel de lectura que tenía siendo apenas un puberto. Cuando no encontraba algo que me llamara la atención, tenía que releer una y otra vez, libros que ya habían pasado por mis manos, como lo fueron Enigma de las Sociedades Secretas o la Buena Tierra, Trópico de Cáncer, y que luego me enteré que algunos de ellos, habían sido Premios Nobel de Literatura.
-¿Cuáles fueron los dos primeros libros que leíste y que te impactaron?
-Edmundo, ahora entiendo el por qué, muchos de tus entrevistados quedan enamorados de tus charlas. Haces un viaje a la conciencia de cada uno de ellos, y como tú dices, “A lo Mero Macho”, mueves recuerdos muy profundos que uno agradece…

  • ¿…Y los libros apá…?
    -Ja, ja, ja. Los dos primeros libros que leí, me los regaló mi tía Juanita, que vivía en la Ciudad de México, hermana mayor de mi papá. El primero se llamaba “Antes de Adán” de Jack London y que me encantó.
    -¿…Y el otro…?
    -Espérate, estamos chupando tranquilos… ja, ja, ja. El otro libro fue de Agatha Christie, el mismo que logró me aficionara totalmente al género, de manera que me obligó leer toda la serie “El Hombre del Traje Castaño”, hasta convertirme un tanto obsesivo. Luego, me receté toda la saga de Isaac Asimov, el caso es que, hasta la fecha, tengo que agradecerle a mi papá que me haya metido en la cabeza, el gusto por la lectura.
    -¿Tus amigos de calle o de la escuela te resultaban un tanto “ñoños”?
    -No, porque las pláticas sobre libros eran únicamente en casa, sobre todo con mi papá, sobre su buró, tenía siempre 6 o 7 libros diferentes, leía a pedacitos cada uno de ellos. Mi padre, poseía una cultura enooorme.
    -¿Dónde compraba sus libros?
    -Cada quincena iba a la librería Excélsior de Culiacán para ver las novedades literarias. Ahí venía con su paquete de libros para todos y hasta le hacíamos cierta burla…
    -¿…Por qué…?
    -Resulta que algún libro solamente le cambiaban portada… y mi papá los volvía a comprar, dejándose llevar por lo llamativo de la portada, ja, ja, ja.
    -¿Alguna vez te prohibieron leyeras tal o cual libro?
    -Que buena pregunta. Nunca, pero lo que se llama nunca, mis papás nos censuraron alguna lectura, jamás. Gozábamos de total libertad al tipo de lectura que lleváramos a cabo, el tipo de películas que quisiéramos ver o el tipo de música que quisiéramos escuchar.
    -¿Cuál era tu música favorita?
    -Mira Mundo, debo confesar que yo no sé hablar bien el inglés. Hoy, mis nietos, me ponen música de los Beatles o de Los Rolling Stones, y me acuerdo de ésa época con enorme gusto por haberlas escuchado, y claro, me traen recuerdos de mi niñez y adolescencia porque era lo que se escuchaba en esa época, pero no era lo que yo escuchaba.
    -¿Muy exigente el chamaco?
    -No es que fuera exigente o mamón. Me gustaba muchísimo más la música en español, desde las baladas, boleros y hasta las rancheras. Inclusive, era el único de los cinco hermanos a quien le atraía la música ranchera junto con mi mamá, ya que ella era originaria de Mocorito, un pequeño municipio de Sinaloa, ella, se creó en una comunidad que se le conocía como El Dorado, como te decía, mi mamá creció con la música ranchera.
    -¿Y a tu papá qué música le gustaba?
    -Era un chilango empedernido.
    -¿A lo mero macho, te sabes la canciones de Pedro Infante.?
    -Todas, pero lo que se llaman todas. No era tan afín a Javier Solís o Jorge Negrete.
    -Claro, no le podías jugar chueco a tu paisano…
    -Exacto, Pedro Infante era sinoalense. También me gustaba mucho Lola Beltrán, Chayito Valdez, Luis Pérez Meza…
    -¿…Y la música de tambora…?
    -¡No se te va una…!! Por supuesto que no podía faltar la tambora y la música de Cruz Lizárraga con el acompañamiento de la Banda El Recodo, que en ese tiempo era música y luego ya se definieron solamente al género de Banda.
    -¿Eras dado ir a los bailes populares?
    -No mucho. También era muy famosa la música de la Orquesta de Pablo Beltrán Ruiz que era de Mochis y del “Caché Anaya”. Tampoco puedo negar que me hice adicto a la música de Los Cadetes de Linares.
    -¿Te gusta cantar?
    -Me hacían burla cuando me ponía a cantar canciones como “Los Dos Amigos”, “El Hijo Desobediente”, canciones con las que crecí. Y cómo no acordarme de “La Cárcel de Cananea”, “El Preso número 9”. Uff, que recuerdos vienen a mi mente en estos momentos. Mil gracias por esto Mundo.
    -¿Alguna vez te fuiste de pinta y que te hayan regañado severamente?
    -Era tan “nerd”, que jamás me fui de “pinta”, y muy rara vez me reprimían por algo malo que huevera hecho. Era muy bien portado y estudioso. Mis papás nunca se preocuparon por ver nuestras calificaciones porque confiaban plenamente que éramos aplicados en la escuela y simplemente firmaban las boletas.
    -¿Ni un pleito entre hermanos?
    -Eso sí. Los pleitos entre hermanos son muy normales en cualquier familia. Ahí sí me jalaban las orejas por pleitos entre hermanos, pero sin llegar a los golpes.
    -¿Que veías de televisión?
    -Ja, ja, ja. ¡Ojo ehhh…!! La televisión llegó a Culiacán cuando tenía 7 años de edad y recuerdo vagamente, que la programación era en blanco y negro, con unos enormes aparatos de bulbos y no nada más eso, sino con un horario de transmisión definido, empezaba a las 3 de la tarde y terminaba a las nueve de la noche, además, la primera hora era un padrón de ajuste y música selecta.
    -¿Qué programas recuerdas?
    -Todos los clásicos de ésa época. Me chutaba “Los Picapiedra”, “Los Supersónicos”, “Don Gato y su Pandilla” y “El Gato Félix”, todos ellos en cuanto a la programación para niños. En cuestión de programas de aventura, veía “Astroboy” y cosas de ese tipo.
    -¿Tenías restricciones para ver tele?
    -No, para nada. Hasta ahora valoro en ese aspecto que éramos una familia con enorme libertad, nos permitían elegir lo que nos pareciera conveniente, nos dejaron ser completamente libres y no como sucede hoy que limitamos a nuestros hijos para que no entren a determinadas páginas de Internet. Solamente existía un solo canal de televisión y además… ¡Era una repetidora!!, y sin producción local.
    -¿Te dabas tiempo para echarte tus “cascaritas” de futbol?
    -Siempre he sido un apasionado del deporte. Mi papá fue periodista de deportes, mi abuelo también era periodista de deportes, por esa razón en casa, el tema principal eran los deportes. Jugué mucho futbol y béisbol. En cuanto al futbol, siempre fui defensa. Mi hermano Enrique, el que falleció, era sumamente hábil para los deportes, un tipo sumamente atlético, alto, fuerte. Fue seleccionado por los Pumas con Hugo Sánchez como portero.
    -¿Tu equipo favorito?
    -Siempre ha sido y será la poderosa máquina del Cruz Azul.
    -¿Roy Campos, un periodista encubierto por un matemático?
    -Desde sexto de primaria decidí que quería estudiar matemáticas, de esta manera, toda la secundaria y preparatoria las cursé totalmente consciente de mi fijación a futuro y con un solo maestro que me daba todas las materias, un hombre sumamente inteligente, José Luis Duarte Rusell.
    -¿Eras un “niño bien”?
    -A partir de la secundaria, fui producto de escuelas públicas. Mi paso por una secundaria técnica ya era otro tipo de disciplina, otro tipo de mentalidad, otro tipo de compañeros y con una variedad de maestros, pero logré adaptarme rápidamente. En secundaria ya me iba solo a la escuela, a partir de ese momento, Roy Campos ya era responsable de sus actos.
    -Si eras un pequeño “geniecillo” ¿Cuál fue tu materia “coco”?
    -Mi materia “coco”, como le llamas, fue educación física y todo lo que no tenía nada que ver con el estudio
    -¿Nunca supiste lo que era reprobar una materia, aunque fuera de evaluación mensual?
    -Hasta en inglés sacaba diez y eso, hasta la fecha no sé hablar inglés. En secundaria salí con especialidad en talleres de carpintería. En preparatoria, con especialidad en mecánica automotriz.
    -¿En secundaria y prepa si te fuiste de “pinta”?
    -No, nunca…
    -Uyy, pues que aburrido…
    -Mi escuela estaba a dos cuadras de mi casa, además, siempre estuve en turnos vespertinos.
    -¿Y en las mañanas te la pasabas de flojo o leyendo?
    -Dormía hasta tarde porque me desvelaba mucho leyendo, casi a las seis de la mañana hasta que terminaba el libro. En mi casa me respetaban el sueño. Agradezco infinitamente esas libertades que nos brindaron en casa.
    -¿Ni a las niñas les hacías caso?
    -Tuve novia en hasta los 17 años, justo antes de irme a la Ciudad de México a estudiar mi carrera. Pero de que las niñas me gustaban, por supuesto que sí, sobre todo en la secundaria, había una niña que se llamaba “Maru”, me traía todo menso. Estaba preciosa. Inclusive, hasta la fecha nos seguimos frecuentando, nos morimos de risa al recordar aquellas épocas. Nunca me consideré un galán ni nada, mucho menos, fui perro con las niñas.
    -Continuará-
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