Fidel Rodríguez Ramos
Ahí se encuentra el registro, en los medios de difusión, Donald Trump expresidente de la máxima potencia capitalista del planeta, durante su campaña para llegar a ese puesto presumía: “Me gusta tocar a las mujeres”. Y lo increíble, muchos se lo celebran, con un ejemplo de ese calibre ¿quién no siente tentado a imitarlo?.
Hace días, y no se abunda en ello, una mujer en Nueva York es atacada por un afroamericano en un vagón del metro, ante la vista de los pasajeros, éstos en vez de impedir esa acción ¡recurren al celular para grabar y difundir el hecho!. El hombre de la acción vergonzosa es detenido.
Los mismos medios, desde hace más de un siglo han presentado a la mujer como un objeto de deseo, que invita a todo, como beber una cerveza, fumar, comprar un auto, ropa, calzado, colchones, nada funciona en la publicidad si no se muestra, lo más que se pueda, el físico de una fémina. Aquí en México, la radio promocionaba una melodía grupera, que en una parte dice: “con todo respeto préstame a tu mujer…”
Todos vemos como en muchos negocios, se solicitan mujeres “con una buena presencia y bien vestidas”. Muchas cosas se mezclan para ver a las féminas, lo repetimos, como simples cosas, así se considera que Rosario Robles política destacada hoy en prisión, se cree que participa con otros varones, en la desaparición de siete mil millones de pesos, destinados a combatir el hambre, a ella, cobardemente, se le deja con todo el paquete.
Hoy vivimos un serio conflicto de violencia en todo México, una guerra que nadie se atreve a llamarla por su nombre, en esta a la mujer se le ve como un botín, como algo que puede ser tomada sin ninguna consecuencia.
Tenemos temor de mencionar que ésta dramática situación, existirá mientras siga prevaleciendo el modelo de vida inhumano, insensible, discriminatorio, abusivo que ya lleva más de quinientos años, solo una norteamericana se atreve a declarar en el 2020 que el capitalismo neoliberal, debe ser cambiado por otro sistema social, económico, de producción superior al que vivimos.
Hay miedo de decir que los feminicidios son un resultado del funcionamiento de toda la sociedad, a quien por conveniencia se le mantiene en la ignorancia, en la desunión, en la miseria, donde para salvarse muchas y muchos deben dedicarse a la prostitución. Donde el cuerpo, su funcionamiento, sus necesidades naturales, se ven como algo sucio. Queda muy en nuestra mente lo que propala una canción: “la perdición de los hombres son las benditas mujeres…” Respetemos, amemos a nuestras mujeres.