Fidel Rodríguez Ramos

      Ahora el vital líquido, con el cual sobreviven millones de mexicanos, poco a poco se va volviendo imposible de conseguir, atrás queda aquella costumbre que se tenía hace más de cincuenta años, donde a uno en cualquier casa podía solicitar un vasito de agua, la gente afirmaba: “ésta a nadie se le niega”.

    Ahora quizás le digan a uno, vaya a la tienda a la esquina y ahí la puede comprar, los mexicanos nos hemos vuelto grandes consumidores, a nivel mundial del líquido embotellado, las refresqueras desde hace décadas se han apropiado de gran parte de ese recurso sin pagar prácticamente nada, lo comercializan obteniendo grandes ganancias , difícilmente podemos presumir que tenemos derecho al agua, claro que está escrito en la Constitución, pero la realidad nos dice que ello es imposible, la gente por su escasez se ha acostumbrado en muchos lugares a surtirse con pipas de agua, gastando regularmente desde trescientos hasta mil pesos.

    Abre uno la llave y nomás se escucha un gorgojeo, pero ¿en dónde está ese recurso? ¿Quiénes lo aprovechan? Las grandes empresas mineras lo acaparan, en varios estados del país, la usan y la tiran completamente contaminada, además de que las substancias que usan en el tratamiento  de minerales valiosos, envenenan los mantos acuíferos. En Sonora para producir un auto se necesitan quinientos mil litros de agua, y claro las armadoras, ensambladoras tienen muchos privilegios, permiso para usarla haciendo un pago simbólico.

      Las compañías cementeras, las productoras de pan de caja, pastelillos que se venden en todo el país y en el extranjero también a sus anchas disfrutan de ese valioso regalo de la naturaleza. En agricultura, ganadería, fruticultura (negocio de empresas gringas) se hacen grandes ganancias sin que los beneficiarios asuman la más mínima responsabilidad, ante el hecho de que el agua cada vez escasea más, eso los tiene sin cuidado, duermen felices, ignorando la tragedia que poco a poco se viene acercando en muchas ciudades y comunidades que tendrán serias dificultades por no contar con ella.

    Espantoso es vivir la tragedia, en una ciudad de no tener ese líquido dos o tres días, sobre todo en el sanitario o para ducharse. En Cancún, donde viven los humildes, se lava la ropa con quince o veinte litros de agua. En varias zonas de Michoacán, ya se padecen los estragos del cultivo de aguacate, que requiere enormes cantidades de agua. El colmo de los colmos, increíble que una embotelladora haya venido, especialmente desde Francia a saquear millones de litros para comercializarla en todo México, importándole un cacahuate el dejar sin agua a miles de familias en Puebla, tal abuso motiva que la población tomara la planta y no permitiera más la extracción de algo tan vital para vivir.

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