Fidel Rodríguez Ramos

Desde hace 27 años, el comercio de nuestras pequeñas abarroteras, ha venido sufriendo la descomunal competencia, que les han impuesto los grandes supermercados, las ganancias de éstos últimos se han elevado considerablemente, mientras muchos de los changarritos han debido cerrar, esos negocios populares donde uno encontraba de todo: leña, maíz, salvado, petróleo, cal, piloncillo, ocote, alcohol, sagú, bicarbonato, pan, verdura, especies.

     Esos grandes almacenes se han impuesto, en la preferencia de muchos de nosotros, supuestamente porque ahí hay un mejor servicio, precios rebajados, “ofertas”, pero sobre todo porque recrean una imagen de modernidad, de acercamiento a lo que imaginamos son los expendios de comestibles que hay en Estados Unidos, Canadá, Alemania. Sin embargo, su éxito depende de los reducidos salarios que pagan a sus empleados, a las largas, extenuantes jornadas, donde no hay sábados, domingos para descansar, asimismo se exige una movilidad de horario.

    Y bueno, ahí como en muchas empresas, dependencias públicas los derechos laborales, de los trabajadores, las prestaciones brillan por su ausencia, ni pensar en una jubilación, vacaciones. En estas pequeñas cosas, se encuentra el secreto de sus altas ganancias, normal es  que ahí los empleados deben cumplir diversas tareas, de atención al público, aseo, vigilancia.

     Felices las gentes ocurren a amplios espacios perfectamente iluminados, tanto de día como de noche, pero la población ignora que ese derroche lo pagamos todos, pues esas empresas tienen sus propias plantas generadoras de energía, ellas pagan menos por la electricidad, a diferencia de las carnicerías, tiendas populares, ¿en dónde está el secreto?, pues gracias a que nosotros les pagamos un subsidio, regularmente les damos unaconsiderable ayuda económica. Además, ellos tienen una preferencia en el pago de los impuestos, éstos son reducidos y los pueden pagar con un tiempo de gracia, sin ningún cargo adicional, “normal” era que anteriores gobiernos, simple y sencillamente se los perdonaban.

     Irritación, enojo les causa a los dueños de esos grandes supers, la última disposición del actual gobierno que les reconviene para que pagaran sus considerables adeudos en impuestos, cientos, miles de millones de pesos. Y claro que hay ofertas, pero no sabemos lo que hay detrás de las mismas, por ejemplo a ellos se les fían, le dan a menor precio enormes cantidades de frutas, mercancías, productos. Regularmente las refresqueras realizan promociones, y lo hacen porque una de ellas, durante un tiempo goza de los bajos precios de las gasolinas, las que eran fruto del huachicoleo.

       A muchos nos da pena, y nos negamos a decir no al llamado redondeo, de los cincuenta o setenta centavos que deben donarse, para que ellos saluden con sombrero ajeno, ganen en la rebaja de impuestos. Muchas trampas se registran, por ejemplo ponen delante de un chocolate chico, otro más grande, así cuando uno paga se lleva la sorpresa de un precio mayor, uno reclama y nos dicen: “no el que cuesta menos es éste y nos muestran el pequeño producto”. Y ni modo para no quedar en vergüenza pues pagamos”. Y no se diga el actual re etiquetamiento de precios, como es a diario no se dan abasto para actualizarlos, y si efectivamente debemos hacer barrio, estar con nuestras misceláneas antes de que desaparezcan totalmente del panorama.

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