Fidel Rodríguez Ramos

   CFE (Comisión Federal de Electricidad) es todavía, un patrimonio de todos los que vivimos en el Estado mexicano, gracias a ésta empresa, construida con el sacrificio de decenas de trabajadores que dieron su vida cuando instalaban el tendido de líneas de alta tensión, en los lugares más elevados, lejanos de nuestra tierra michoacana, la vida resultó ser más cómoda, obtuvimos por medio de la radio, la televisión información, entretenimiento que en muchos aspectos cambio nuestra existencia.

   Con emoción, sus trabajadores nos hablaban de la construcción de importantes obras hidroeléctricas en Michoacán, Oaxaca , Chiapas,Durango, siempre pensamos que esa empresa tenía como principal finalidad ofrecer un servicio público, sin perseguir los mezquinos intereses de lucro, de altas ganancias. Aceptamos o consideramos necesario que CFE diera tarifas reducidas a muchas empresas mexicanas, porque gracias a ellas había empleos para miles de gentes.

   Gracias a Comisión había, con el alumbrado, seguridad en muchas ciudades y barrios. Escuelas, templos, hospitales funcionaban por ese gran servicio, quien lo puede negar, era una gran empresa de primera clase mundial, gracias a ella, muchos hijos de los electricistas se formaron como ingenieros, médicos, arquitectos, biólogos. Los focos de alerta se prendieron hace pocos años, cuando supimos que empresas extranjeras, como de España, habían firmado convenios con algunos municipios de Jalisco, Guanajuato para hacer posible su alumbrado público. Fácil nos vendieron la idea de que era posible privatizar la generación, conducción de energía, aunque se atropellara la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que claramente en su artículo 27 prohibía el actuar de empresas foráneas en lo que era actividad exclusiva de CFE.

    Los que defienden lo último dicen que Comisión era un monopolio, algo que definitivamente, según ellos, ya no se aceptaba en el mundo, y uno se pregunta ¿entonces que es el Telmex actual?. Los Oxxos, las líneas de aviación o transporte público, las marcas de autos que se venden en todos los continentes, las refresqueras que ofertan lo que López Gatell considera que es veneno embotellado; las enlatadoras de frutas, verduras y jugos.

      Si perdemos CFE, quedaremos desamparados, sin recursos para promover la educación, la salud, el empleo, por ello no es gratuito que se vaya expandiendo la idea de que ya no hacen falta maestros, médicos. Que desaparecen muchas conquistas, derechos laborales como el aguinaldo, la jubilación. Fácil resulta entender esa propuesta, ¡claro si se privatiza la energía ya no habrá dinero para muchas cosas! Los cínicos que hablan de la supuesta quiebra de CFE, aseguran que el Estado ya no puede con el paquete, que ya no cuenta con dinero, ocultando que cada año, con nuestros impuestos, se pagan por intereses de una deuda monstruosa, más de seiscientos mil millones de pesos; olvidan que los banqueros cargaron a nuestras espaldas, una deuda que terminará de pagarse en el 2070, y que asciende a un billón de pesos.

   CFE es lo último que nos queda, por la sencilla razón de que gobiernos anteriores regalaron lo que era propiedad de todos, como la mina de cobre en Cananea, hoy quien se ostenta como dueño tiene una fortuna de más de cincuenta mil millones de pesos. Telmex propicia que su propietario actual, fuera considerado en un tiempo ¡el hombre más rico del planeta!. Las famosas generadoras de energía, a partir del viento o del sol, TODAVÍA dependen para su funcionamiento del auxilio de CFE, quien les permite usar toda la infraestructura que tiene Comisión, pagando poco por ello para conducirla, además les compra  la electricidad que no logren vender o colocar en la industria siderúrgica, cementera, refresquera en las grandes cadenas comerciales. Es casi seguro que los extranjeros se saldrán con la suya, triunfaran, pero hoy deseamos dejar constancia, para las generaciones futuras, para que no nos tachen de cobardes y agachones, de que hicimos y denunciamos a una traición que sencillamente no tiene nombre.

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