A view shows an area of the new Felipe Angeles International airport, which Mexican government aims to inaugurate on March 21, during a tour to show people the facilities in Zumpango, Mexico State, Mexico March 13, 2022. REUTERS/Luis Cortes

Fidel Rodríguez Ramos

     ¿Qué clase de mexicanos son los que se la han pasado cuestionando todos los proyectos, obras de un gobierno con el cual no comulgan, por el simple hecho que no ganó el candidato con el cual habían apostado triunfar? Hablan de estado de derecho, de democracia, de respeto a la Constitución, pero ni aun así han podido digerir, aceptar la voluntad de treinta millones de gentes que optaron, se decidieron en el 2018 por dar su confianza a Andrés Manuel López Obrador, eso en cualquier lugar del planeta se llama democracia.

  Pese a que Salinas de Gortari, Felipe Calderón se robaron la Presidencia, nunca se cuestionaron sus acciones de gobierno. Se acepta por ejemplo la traición a los principios revolucionarios de 1910 de parte de Salinas, quien vuelve a la tierra una simple mercancía, nadie protestó, nadie menciono que eso era encarrilarse simplemente a la derecha, pues al ser una cosa privada cualquiera, hasta los extranjeros podían exigirla para enriquecerse desmedidamente. El PRI acepta que nuevamente se establezca una nueva relación amistosa con quienes repudiaron la lucha de Juárez, de Zapata, con quienes condenaron las Constituciones de 1857 y 1910.

    Hoy esos críticos ponen el grito en el cielo cuando se inaugura el Aeropuerto Felipe Ángeles, diciendo que es un engaño, un proyecto a medias que no ha recibido el “visto bueno” de los Estados Unidos de América. Vuelven a llorar al recordar que su proyecto del nuevo aeropuerto internacional de Texcoco se canceló por muchos motivos, como el estar construyéndose en medio de un lago, esa obra hasta la náusea se repitió que era un proyecto de varios vivales para enriquecerse como un personaje cercano a Salinas de Gortari, su cuñado; contentos fueron al extranjero a ofertar ese proyecto, a través de bonos o acciones, y claro se arrebataron esos documentos por la facilidad de que en un poco tiempo generarían amplias ganancias. Además por si fuera poco el gobierno de Peña Nieto se compromete a darles generosos subsidios o apoyos económicos.

   Llega Obrador al gobierno y toma la decisión de no darles ni un quinto para su faraónica obra. Envalentonados los promotores le responden que de ser así ellos la terminarían, y o buscarían gentes en el extranjero, empresarios para hacer realidad su proyecto que daría un gran respeto, una seriedad a México, una confianza para que multitud de empresarios vinieran aquí a generar millones de empleos. El nuevo presidente les dice: “Muy bien, háganlo”. La realidad se impone nadie acepta la invitación, para evitar complicaciones internacionales se llega al acuerdo de pagar todo lo que se había invertido, pagar a los tenedores de documentos con los cuales había serios compromisos. México no podía quedar mal con quienes ingenuamente aceptan participar en una obra fraudulenta.

   A fin de cuentas, y eso no lo dicen prestigiados periodistas de larga trayectoria como Héctor Aguilar Camín, el pueblo, usted y yo amable lector, lectora PAGAMOS ese capricho de un aeropuerto que desde un principio se vio como una fabulosa oportunidad para enriquecerse, construyendo hoteles, tiendas selectas, restaurants, boutiques, agencias de viajes, de renta de automóviles en terrenos que compraron a precios de ganga. A ellos mismos el gobierno les compra mucho material que habían adquirido, para edificar el Felipe Ángeles, el tiempo dirá quien tuvo la razón.

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