Fidel Rodríguez Ramos

    En el mes de marzo, se cumplieron siete largos años, con seis meses de la desaparición de 43 normalistas, en el estado de Guerrero, jóvenes que tenían la enorme ilusión de estar un día en las aulas atendiendo a otros niños pobres, como ellos, deseosos de aprender a leer y escribir, hacer cuentas.

  Ese anhelo se trunca un 26 de septiembre del 2014, cuando son agredidos, detenidos por policías estatales cuando pretendían tomar autobuses para participar en la ciudad de México, un  dos de octubre, fecha de la masacre de Tlatelolco cometida por el priista Gustavo Díaz Ordaz en 1968, con las demás normales integrantes de la FECSUM (Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México), después de esa fatídica noche, muy poco se sabe de su paradero, en el hecho participan elementos del ejército.

  La perversa acción del gobierno federal, en ese entonces presidido por Enrique Peña Nieto, levanta una irritación, condena no solo nacional, sino internacional. Las calles, plazas de cientos de ciudades en todo el planeta fueron ocupadas por jóvenes, mujeres, niños, adultos exigiendo al gobierno peñista su pronta aparición. La protesta genera un efecto el presidente atiende a los papás de los estudiantes, y quienes acompañaban al encargado del poder ejecutivo, mencionan que los jóvenes formaban parte de un movimiento guerrillero.

   Esa declaración da motivo para que se manejen otros absurdos, como el de que los chamacos estaban involucrados en actividades del narcotráfico, claro esas acusaciones, sin fundamento han servido para tender una cortina de humo que oculta el real papel del entonces gobierno priista, empeñado en desaparecer las escuelas normales rurales. En ese lapso de siete largos años, solamente se ha sabido, se presume que se han encontrado los restos de dos supuestos normalistas. Expertos de otro país realizaron importantes trabajos de investigación, que no fueron del agrado del entonces mandatario quien con sus encargados de seguridad, aseguraron que los jóvenes fueron incinerados en un basurero.

   Hay líneas muy importantes de investigación, que no se han deseado profundizar, como la participación del ejército en los hechos. Las agencias de seguridad norteamericana tienen grabaciones que se toman en ese día de septiembre, gentes de Guerrero involucradas en el envío de drogas, hablan con sus pares que en Estados Unidos las comercializaban. No se ha profundizado en el hecho de que los chamacos hoy desaparecidos secuestran un autobús que ocultaba droga. Pieza importante en éste entramado es una persona de apellido Zerón, quien tiene papel principal en los hechos de esos días, hoy, tras escapar de México, se encuentra refugiado en Israel, inteligentemente escoge ese lugar por saber que le sería muy difícil al gobierno azteca pedir a los israelíes su extradición.

    Varios papás y madres de los desaparecidos no soportaron la larga lucha para encontrar a sus seres queridos, pues lamentable murieron sin saber el destino de sus hijos, sin poderlos abrazar antes de partir de éste mundo. Hoy más familiares de los 43 aseguran que no hay avances importantes, claman porque el gobierno les diga la verdad, por más dolorosa que sea, para encontrar un poco de sosiego en sus corazones. Y sí, este vergonzoso hecho es una afrenta para todos los mexicanos, para todas las gentes del mundo que han hecho suya la exigencia de saber lo que efectivamente pasó en un 26 de septiembre del 2014. Seguimos esperando.

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