Adén Castro

“Nuevamente me volví a ver, estaba en un parque fumando, junto a un amigo, bebiendo una cerveza, frente a unas compañeras de secundaria, demostrándoles que puedo apropiarme, antes de tiempo, del mundo adulto, quiero ser uno más, para poder hacer las cosas que hacen los mayores de edad.

  Como no intereso a mis padres, no tengo ningún problema para andar con la banda, el día y a las horas en que lo deseo, mis tutores no saben a qué horas salgo y entro del hogar, nada de lo mío les interesa; hay comida, ropa, dinero para lo que deseo. Mi padre goza del alcohol, sus parrandas duran muchas horas, hasta que prácticamente se queda sin dinero, rogando porque le fíen más bebidas.

   Mis amigos tienen el mismo historial, padres que están muy ocupados en sus cosas, todos tomamos y siempre que lo hacemos, por naderías, armamos verdaderas batallas campales, para demostrar que no tenemos miedo a nada, que ya somos “grandes”. Por ello no es raro que muchas paremos en la cárcel varias horas. Nos gana el resentimiento, el recordar que no importamos a nadie, por eso ofendemos a las personas adultas, repudiamos todo lo que ellas creen que es correcto.

  Como un autómata voy a la escuela, agarré la costumbre de beber antes de estar en el aula, tomar una cerveza. Nada de lo que se hace durante el día me interesa, trato de cumplir y ya. Puedo faltar los días que quiera, si repruebo  o saco buenas calificaciones es irrelevante para mí o  familia, nunca me han dicho ¡felicidades por ese ocho, nueve o diez!. Nadie hasta hoy me ha preguntado sobre lo que me gustaría ser el día de mañana. Mi mundo, mis horizontes están con mis amigos, beber y esperar lo que tenga que ocurrir, como ir a una fiesta, a algún paseo, jugar, vagabundear sin ninguna finalidad.

   Cuando entró a alguna cantina, antro o casa de citas se sorprenden de que yo a tan cortos años ya ande tratando de saber cosas impropias para un niño, porque realmente eso es lo que soy. Recuerdo que comencé  a fumar después que murió un familiar, pues quedaron decenas de paquetes después del velorio, agarramos uno con los primos y así nomás adquirimos el hábito, no sentíamos bien, nos creíamos adultos, muchas tarde noches lo hacíamos en la calle.

  Nunca he experimentado un buen abrazo, un cariño un que me pregunten ¿Cómo estás? ¿Qué te falta? Oh alguna recomendación: “Mira si sigues fumando, tomando puedes sufrir un infarto de corazón que es capaz de arrancarte la vida”. “Es importante que pienses en un proyecto de vida, que trabajes o estudies para que formes un hogar después que conozcas el amor, que te des cuenta que la dependencia que hoy tienes con tus padres puede acarrearte verdaderas tragedias el día de mañana”. Como tengo poca edad no siento aun lo que otros llaman resaca o “cruda”, al tomar demasiado lo único que aborrezco es vomitar, y la verdad ni me apena las barbaridades que dicen que hago bajo los influjos del alcohol, pronto se me olvida, ningún remordimiento o pensar en pedir disculpas a quienes ofendí.    

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