Fidel Rodríguez Ramos

 

  Éste nueve de mayo el Centro Regional de Educación en América Latina (CREFAL), cumple setenta y un años de existencia en ésta ciudad de Pátzcuaro, establecido en lo que fuera una maravillosa quinta de descanso, perteneciente al general Lázaro Cárdenas del Río, quien gustoso la cede para que tal institución comience a funcionar en 1951, recibiendo a becarios de diversas partes como El Salvador, Haití, Nicaragua, Brasil, Ecuador, quienes se preparaban para promover la alfabetización de adultos, la organización y desarrollo en diversas comunidades de sus países.

  Siempre hemos tenido la intuición de creer que en ese lugar de descanso de la familia Cárdenas, posiblemente se encontraba un sitio de adoración a Curicahueri, hay vestigios de piedras talladas que quizás fueron parte de su templo, además desde el edificio central se aprecia una vista maravillosa de nuestro lago. El CREFAL realiza en su inauguración una solemne fiesta en la plaza de San Francisco, donde acudieron músicos de la región del lago y meseta purhépecha, quienes con sus sones acompañaron a las célebres danzas michoacanas conocidas en muchas partes del país y el extranjero.

   La influencia de tal centro es innegable en nuestra región, pues tuvieron el tino de organizar importantes torneos de básquet bol, donde participan la mayoría de las comunidades que rodean a nuestro vaso lacustre. Sus becarios hacían prácticas en Ihuatzio, Tzintzuntzan, Tzentzénguaro, Janitzio coordinándose con las autoridades de esos lugares para promover la realización de diversas obras de beneficio colectivo, además de invitar a talleres de economía familiar, agricultura, cría de aves, cocina o primeros auxilios.

  Pero quizás quienes más se benefician en esos primeros tiempos fueron los niños, pues la institución promueve el teatro infantil con el muy estimado Alfredo Mendoza, la magia de la aventura, de los clásicos cuentos que han acompañado al planeta el maestro los adapta, con actores aficionados del lugar y trabajadores del CREFAL. Además se invita a ciclos de cine para los pequeños; por primera vez supimos lo que era el teatro guiñol. Pero quizás lo más trascendente de tal instituto es su maravillosa biblioteca, que contaba con una colección de oro que hacían las delicias de los infantes, la lectura de esos libros nos abrían las puertas de un mundo mágico.

  Una sala de lectura, con una fama que ha trascendido en nuestro Estado, pues hay libros para todas las edades. En la misma pudimos acercarnos, gracias a su fonoteca, al mundo de los clásicos que se nos prestaba a domicilio. Contaban con filminas que mostraban las culturas prehispánicas. Múltiples personalidades teníamos la oportunidad de conocer como Héctor Díaz Polanco, Arnaldo Córdova o Juan Gelman con quien tuvimos la oportunidad de platicar, preguntarle sobre el futuro de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto y sin rodeos, me aseguró que veía muy difícil combatirla dado que era ya un proyecto o mandato internacional.    En la biblioteca siempre nos trataban de maravilla, como don Ricardo Urrieta, estricto en la misma para que todo marchara bien, de pequeño me atiende la bibliotecaria Alicia. El CREFAL era el epicentro de muchas actividades culturales, como exposiciones de fotografía, pintura. Conciertos de música popular o clásica, cine de arte, danza. La generosidad de CREFAL fue inmensa con muchos y muchas, de quienes tuvimos el privilegio de nacer y vivir aquí, siempre, para muchas cosas encontramos siempre las puertas abiertas de su dirección, recibimos una gran lección, por eso humildemente hoy, tratamos de emular, de regresar a los demás, algo de lo mucho que nos dieron las crefalianas y (os), enhorabuena y ¡muchas felicidades para tod@s en este aniversario!.

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