Rodríguez Ramos Fidel

Nuestra sociedad no puede seguir viviendo en la desesperanza, en el miedo que ha provocado la muerte de miles de mujeres, los feminicidios donde los poderes ejecutivo, legislativo, judicial se han visto rebasados, imposibilitados para resolverlos.

  Se asegura que el mejor remedio para empezar a cambiar una cruel realidad es teniendo buenos gobiernos, auxiliándose de la familia, la educación, del buen manejo de los medios de difusión y ello se antoja difícil, porque que enseñanzas, relaciones, actitudes buenas pueden surgir en la casa cuando los papás deben ausentarse diariamente para conseguir lo más necesario para seguir viviendo, dejando en el abandono a los hijos, dejando que sean los amigos, la televisión, el internet los encargados de “educar” a los pequeños.

   Nos debería preocupar como la actual escuela, la del nivel básico, se considera como una simple guardería para millones de papás, para cientos de miles de niños que tenían la oportunidad de recibir en ellas la única comida caliente durante el día; nuestra pobreza que no debería ser tal, pero que se genera por los reducidos salarios y el galopante aumento de precios, obliga a crear la llamada escuela de tiempo completo, que solamente se hace realidad en pocos lugares.

  Se dice que los feminicidios tienen que ver con la falta de una buena educación, pero a pesar que ya se lleva más de cuarenta años buscándola, ésta no ha sido posible conocerla. En las aulas se exige sumisión, competencia, egoísmo. Reina en las mismas la simulación, el engaño, la memorización, el llamado bullying y ello no nos debe sorprender, pues en los colegios, diariamente, se reproduce lo que se vive afuera, en la convivencia diaria que se da en la sociedad.

   Hemos llegado, erróneamente a creer que sencillamente no hay remedio para nada, pero esa impresión se debe a que desconocemos cual ha sido el origen de todos nuestros males. Y éste se encuentra cuando se acepta renunciar a lo que es nuestra historia, nuestra forma de ser, a los COMPROMISOS que se tenían para cuidar una extraordinaria herencia material, cultural, espiritual, de buenos principios y RESPETO hacia los demás. Quién más se ha distinguido por borrar, acabar una nación como lo es la nuestra, han sido los más altos representantes del poder ejecutivo, los presidentes, así Carlos Salinas de Gortari no vacila en entregar prácticamente todo al país a una minoría que controla el planeta, se asegura el que no tuviésemos escapatoria firmando en 1994 el llamado Tratado México Estados Unidos Canadá (TMEC). Desde ese año perdimos nuestra soberanía alimentaria, la industria, el desarrollo científico y tecnológico, millones de compatriotas debieron huir a la urbe del capitalismo mundial para no morir de hambre o por la violencia que empieza a generarse para sobrevivir.

  Ante la vista de todos, cínicamente empieza a destruirse nuestra historia, como lo muestra Ernesto Zedillo Ponce de León quien afirma que era una mentira la posible existencia de los llamados Niños Héroes. Nuestro entorno natural empieza a destruirse, a entregarse, así Luis Echeverría ¡paga! para que miles de hectáreas de árboles, fueran taladas en el sureste de México, amén de permitir que empresarios extranjeros construyeran impresionantes sitios de descanso, sin importarles la destrucción de manglares y arrecifes, nadie de los muchos que hoy vivimos dijimos nada en esos años. El camino para terminar con ésta adversa situación, empieza a trazarse y es algo muy sencillo, la necesaria participación de todos para hacer posible el que lleguen al gobierno las mejores personas, convencidas de terminar con las muchas situaciones que nos ofenden y vuelven impotentes.

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