Fidel Rodríguez Ramos
Es una realidad, hoy existe un descontento hacia la escuela, a pesar de que había la ilusión de empezar a cambiar las cosas en la educación con el nuevo gobierno, se habla de que actualmente existe una propuesta de enseñanza, supuestamente innovadora, pero ésta la desconocen, ignoran los más de un millón de docentes en todo el país.
Desafortunadamente en el renglón educativo las cosas funcionan mal desde un principio, pues el primer encargado de la Secretaría de Educación Pública (SEP) Esteban Moctezuma Barragán, abandona su ministerio para un cargo diplomático en EUA, el relevo hasta el momento deja mucho que desear, la maestra Delfina Gómez que siempre ha mostrado más disposición por los cargos de gobierno municipal, por desear alguna vez la gubernatura del Estado de México, no se ha hecho sentir como parte del gremio magisterial.
Se discute que es necesario encontrar una nueva propuesta de escuela, eficaz, efectiva, donde los estudiantes le encuentren un sentido, una motivación. Se asegura que la tarea es sumamente compleja, difícil y en realidad no lo es porque hace años se destruyó un modelo que llega a admirarse en todo el planeta, al grado de que una premio Nobel, la chilena Gabriela Mistral, que viene a conocerlo y a poner su granito de arena para mejorarlo.
Era una escuela integral, donde había el compromiso de desarrollar todas las aptitudes, potencialidades infantiles, en ese modelo el trabajo era una cosa primordial, en las primeras con mucho entusiasmo las comunidades además de construirlas con los maestros, asignaban una parcela escolar para que los chicos se involucraran en el cultivo, desarrollo y cosecha del maíz, frijol, calabazas. La horticultura no era desconocida.
Pero no sólo había agricultura, en los colegios se criaban palomas, conejos, cerdos, abejas. Tenían vacas, borregos. El horario de enseñanza era en la mañana y tarde, para que además de impartir los conocimientos básicos de español, escritura, operaciones aritméticas, canto por la mañana, se desarrollaran en la jornada vespertina, talleres de imprenta, electricidad, ajuste mecánico, taquimecanografía, tejidos, talabartería, panadería, radio. Banda de guerra, educación física, danza no podían faltar y lo increíble en muchas escuelas o internados había albercas.
Ese modelo se seguía en todas las escuelas normales rurales; por eso cuando terminaban el nivel básico los egresados sin ninguna dificultad seguían sus estudios en las universidades, politécnico nacional, tecnológicos regionales. Curiosamente en varias naciones desarrolladas del planeta ese esquema también se seguía.
La propuesta exitosa, nacida después de la Revolución Mexicana porque los participantes en la misma, inmediatamente lo que pedían era una escuela, para que sus hijos estuvieran mejor, sin la ignorancia en que ellos como, jornaleros, campesinos, obreros vivieron su niñez. Lo que hoy siguen buscando las autoridades de la SEP, se encuentra sumamente detallado en muchas memorias escritas.
Esa escuela exitosa, sistemáticamente desde hace sesenta años la empiezan a destruir ¡las mismas autoridades educativas!, usando la corrupción, incrustando a su amigos en altos cargos de dirección sin tener la más mínima idea de lo que tenían que hacer, corrompiendo a los dirigentes sindicales de los maestros, alejando a los maestros de un trabajo conjunto con las comunidades más alejadas en el país. Sin embargo, la puñalada mortal fue cuando se decreta el llamado doble turno en primarias y secundarias, de ahí viene la debacle, la ruina de algo que muchas generaciones admiraron.
Los hermanos Flores Magón soñaban con una escuela ligada con el trabajo; Benito Juárez dispone que a todos los niños en las escuelas se les diera calzado, ropa y comida. Esa escuela produce el llamado “Milagro Mexicano”, un alto desarrollo económico envidiado en América del Sur.