“Es más fácil que un niño compre un rifle de asalto que una cerveza”.

Fidel Rodríguez Ramos

Lamentable lo que acaba de ocurrir éste martes 24 de mayo, antes del mediodía en una escuela primaria de Uvalde Texas, donde una persona de 18 años ingresa disparando con un rifle de asalto, además de portar otra arma, el saldo trágico de ese violento accionar, se comunicaba ya por la noche de ese día: 21 muertos, niños, un maestro y el mismo agresor que es abatido por la policía que acude al sitio pocos momentos después de que se inicia el tiroteo.

El número de víctimas puede ascender, toda vez que se comunicaba el ingreso de heridos a diversas clínicas, nadie puede permanecer ajeno a esta tragedia, sobre todo porque casi nunca se había sabido de un alevoso, criminal ataque contra un colegio del nivel básico, dos días antes de clausurar el ciclo escolar.

  A pesar de que se han tomado múltiples medidas para evitar esas fuertes tragedias, en los centros educativos como pedir mochilas transparentes, instalar detectores de metales, la violencia sin sentido continúa. La nación americana, su sociedad es noble, solidaria, participativa, comprensiva, desde hace largo tiempo ha exigido el control, la no proliferación o prohibición de venta, tras llenar un sencillo formulario, de armas letales que por millones adquieren las familias, que consideran necesarias para cuidar de su integridad física o bienes.

  Impacto siempre han causado las muertes que gentes desadaptadas cometen contra inocentes en secundarias o escuelas preparatorias, los ataques no tienen una regularidad, pero cuando se cometen son más letales de los que les preceden. El miedo desde diversos medios o instituciones de gobierno, se promueve, sin tomar en cuenta que eso motiva a la gente a armarse cada vez más.

  No es desconocido que la economía en los países capitalistas, y Estados Unidos de América es su representante más fiel y poderoso, finquen su economía en la producción de armamentos sofisticados que ofertan en todo el mundo, por supuesto que sin descuidar su mercado interno. Clamor popular de gran parte de la sociedad norteamericana es pedir un hasta aquí a la libre venta de instrumentos de muerte, a pesar de ello la poderosa Asociación del Rifle lo ha impedido, su duro corazón no se sensibiliza ante el fallecimiento sangriento de niños, jóvenes, adultos, mujeres.

    Factor importante, cultural de muchos en  esa sociedad americana es el culto a la violencia, enraizado profundamente desde hace más de quinientos años, alentado, por supuesto por la mayoría de las administraciones de gobierno, que desde siempre proponen como natural eliminar a los demás para conseguir lo que necesitan, sin fijarse en los medios. Las administraciones poderosas no solo afectan con sus decisiones a sus ciudadanos, sino también a la mayoría de la humanidad pues sus armas circulan libremente,  como en México.

  Hay toda una línea de diversión, desde hace más de tres décadas, basada en lo que se considera una inocente trama como es “matar” al mayor número de enemigos imaginarios, los efectos de esa letal recreación, es devastadora, quienes se aficionan a ella, desconocen la línea que separa  la imaginación de la realidad, quienes actúan tal y como se ve en los videos consideran que no pasará nada, que están dentro de un juego que  se acabará cuando lo deseen.

  Nos unimos al dolor de esas familias en Texas, porque hemos sentido las muchas tragedias pasadas, donde se entra disparando indiscriminadamente a centros comerciales, a centros de espectáculos como en un cine de la población de Aurora donde un personaje disfrazado abate a varios espectadores, o como un siniestro personaje desde un hotel dispara contra los asistentes a un concierto en Las Vegas de música country.

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