Fidel Rodríguez Ramos

  Sin ocultar un enorme gusto, varios comentaristas de los medios de difusión, expresan que la economía en éste 2022 registrará un cero por ciento de crecimiento, otros exigen que el gobierno presente una alternativa que haga posible la creación de trabajos, la llegada de inversionistas extranjeros, ignorando que hoy como nunca los tenemos aquí, desde hace tiempo, obteniendo ellos altísimas ganancias, teniendo como aliados a empresarios mexicanos que se llevan una parte más reducida de las mismas.

   Por la falta de un desarrollo nacional, desde hace treinta años, millones de compatriotas han huido a los Estados Unidos de América, ese país, muchas veces les  ha reconocido el gran aporte que nuestros paisanos hacen a su economía norteña. Y han preferido sufrir muchas privaciones, malos tratos, discriminación porque aquí no hay expectativas para laborar, en su propia patria, tener salarios que sean dignos de ese nombre. El país mexicano sobrevive en buena parte por las remesas que envían desde allá esos verdaderos  héroes.

   Y pocos presidentes mexicanos han procurado presentar una propuesta de desarrollo, que ha sido difícil implementarla por los muchos intereses en juego. Recordamos a Benito Juárez, que tiene la osadía de hacer circular la riqueza presente en las tierras que estaban concentradas en unas cuantas manos, a fin de garantizar trabajo, sustento a la población. Lázaro Cárdenas nacionaliza el petróleo para hacer posible un desarrollo industrial que efectivamente se logra, a pesar del bloqueo, boicot que realizaron quienes tenían en sus manos ese valioso recurso.

   Y compartamos o no ésta idea con muchas y muchos, el actual gobierno trata de copiar lo que hicieron esos dos visionarios expresidentes, con muchos problemas trata de reanimar una moribunda industria petrolera, las comunicaciones a través de los ferrocarriles nuevamente, construyendo un nuevo aeropuerto. La hazaña es titánica porque México ya no cuenta con muchos recursos para intentar un nuevo despegue económico.

   Para pasadas generaciones, no era desconocido que el Estado, el gobierno constitucionalmente promovía el bienestar conjuntamente con la iniciativa privada, pero desde la administración de Miguel de la Madrid eso empieza a destruirse, cuando los empresarios exigen la salida gubernamental del renglón económico. Acto seguido, alegando una voraz corrupción, enriquecimientos ilícitos, el Estado se deshace de valiosos recursos con los cuales atendía las necesidades de la sociedad.

   Ahora que desarrollo se puede garantizar, sabiendo que el sesenta por ciento del territorio está en manos de empresas mineras extranjeras, que sin dar a nada a cambio, solo destrucción, se llevan valiosos metales, la entrega corre a cuenta de Salinas de Gortari y Peña Nieto.

  Como construir una propuesta, y eso se sabe donde quiera, sin contar con una banca propia, con un sistema que en su  mayor parte lo controlan extranjeros, quienes, por supuesto no tienen el menor interés por mejorar la agricultura, la industria.

  Como estar mejor, como pensar en un mejor futuro si ya muy pronto toda la industria eléctrica dejara de ser nuestra. Cómo crear alternativas, sabiendo que todo el ahorro de los trabajadores está en manos privadas. La dificultad para hacer frente a muchas necesidades, aumenta después de perder la telefonía que era nuestra, hoy uno de sus propietarios es uno de los hombres más ricos del planeta. Que bienestar puede crearse si perdimos todo el control, comercio de alimentos, desaparece la Compañía Nacional de Subsistencia Popular (CONASUPO) que compraba granos a los campesinos, con un precio de garantía, además de establecer miles de tiendas. Que esperanza puede alentarse cuando el agua, el aire, la hotelería, las piedras de la península yucateca se han entregado a interese foráneos.

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