Fidel Rodríguez Ramos

    Por mera coincidencia, el PRI parece acabarse, precisamente cuando ya resulta difícil saber si todavía podemos presumir de vivir en una nación libre, independiente y soberana, el que declaremos esto ha sido posible por la entrega, casi total, que el tricolor hizo de todo lo que en un momento llegamos a tener después de un importante movimiento revolucionario, a los descendientes políticos de Plutarco Elías Calles no les importó traicionar los principios de un exitoso partido, que basa su predominio en el acaparamiento total del poder, sin desear compartirlo con el pueblo, quien tratara de hacer esto último, simplemente era eliminado.

   El PRI abuso de ese predominio, unido a la entrega de lo que un día era una patria poderosa, ello tuvo un costo para ese instituto, pues hoy, poco a poco se va quedando sin militantes, simpatizantes convencidos, ellos desde hace tiempo han huido al PRD y hoy a Morena. Para mucha gente, la evidencia de que el Revolucionario andaba ya sin brújula, fue cuando desvergonzadamente se unieron al PAN, olvidando que ese órgano surgió precisamente para combatir las acciones de los descendientes de 1910, nunca aceptaron que por ejemplo el Estado fuera la pieza central para dirigir la educación;  ser garante de un desarrollo industrial, agrícola, pesquero, silvícola, comercial, los panistas siempre denunciaron que eso era entrometerse en asuntos ajenos.

    Para nadie era desconocido, que pese a muchas cosas se seguía aceptando al PRI por millones de gentes, y como no hacerlo si el partido había terminado con una lucha sangrienta que se producía cada vez que se trataba de nombrar representantes del pueblo por medio del voto, porque antes todo se resuelve a balazos. Como no estar con la obra de Calles, cuando Cárdenas, Francisco J. Múgica reparten la tierra a millones de campesinos. Los priistas nacionalizan el petróleo, que inclusive la apoya  el clero. Como no votar por la bandera, si un representante de ellos nacionaliza la industria eléctrica, los ferrocarriles. Aunque se renegara del partido se aplaudió la nacionalización de la banca, muchos hasta mandaron dinero para pagar a los expropiados. Nos enorgullecimos cuando ellos diseñan la monumental siderúrgica en Lázaro Cárdenas, de las más grandes en América Latina. Como criticar a la aplanadora sabiendo que uno de los suyos hace posible el acceso a 200 millas marinas en los océanos, aunque después se le odiara por masacrar estudiantes en el 68 y en 1971.

   La simpatía que dura largos setenta años, desaparece cuando el PRI, con el apoyo de los “grandes” intelectuales, de los leídos  y estudiados acepta regalar todo lo anterior a una minoría de compatriotas y extranjeros ¿y por qué?, pues porque así lo mandataba el llamado neoliberalismo, de hacerlo empezaría, ahora sí, la verdadera felicidad, el desarrollo, la posibilidad de tratarnos al tú por tú con Japón, Alemania, Estados Unidos, Canadá. El resultado de tal tragedia la podemos hoy observar en cualquier calle, comunidad, ciudad de éste México que cada vez se hunde más en la desesperanza, en la pobreza. No hubo misericordia ¡todo lo entregaron!, hasta las piedras de Yucatán para hacer autopistas al otro lado de la frontera del Norte.

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