Fidel Rodríguez Ramos

   En las primeras horas de éste sábado 9 de julio, nos dimos cuenta del fallecimiento del expresidente Luis Echeverría Álvarez en el estado de Morelos, a él corresponde hacer frente a unos de los escenarios más violentos de nuestra historia mexicana, cuando la sociedad en general mostraba un hartazgo hacia la forma en que se le exigía un sometimiento total, donde estaba prohibido discutir, hablar sobre la necesidad de conocer, participar en el conocimiento de los asuntos nacionales.

   Nadie podía opinar, hablar, vestir libremente, porque inmediatamente era considerado enemigo del gobierno, quien a su antojo controlaba toda la vida política, desde ahí se decide quien ocuparía todos los puestos de representación popular. No había la pobreza que hoy existe, pero a cambio de ello estaba prohibido denunciar el acaparamiento de tierras, el control de unos cuantos en las principales actividades económicas; el dominio en las universidades, escuelas normales para que no se involucraran en las luchas populares, como las huelgas, toma de tierras, liberación de presos políticos.

   Lo más lamentable de ese tiempo, toda la prensa, la radio, la televisión, el cine estaban sujetos a una estricta vigilancia, censura las 24 horas, en los mismos sólo se aceptaba las alabanzas a quienes tenían en sus manos los diversos niveles de gobierno. Hubo excepciones, en la lucha por los derechos y libertades sociales estuvieron el diario “Excélsior”, la revista “por qué”, ésta última publicaba reportajes desde la sierra de Guerrero, lugar de actividad guerrillera de los maestros Lucio Cabañas y Genaro Vázquez quienes gozaban de una verdadera simpatía popular.

     Figuras importantes eran los estudiantes, quienes se sumaban a las luchas y demandas populares en todo el país. Ésta actitud fue salvajemente castigada precisamente por Luis Echeverría a quien se le achaca participación en las matanzas del Dos de Octubre en Tlatelolco, y en la del Diez de Junio de 1971, cuando todo mundo prefiere no pronunciarse frente a éstos hechos criminales, muy pocos tuvieron la valentía de denunciarlos como algunos militantes del PAN. Casi le cuesta la candidatura a la Presidencia a Echeverría, cuando se le obliga en el Colegio de San Nicolás de la Universidad Michoacana, a guardar un minuto de silencio, reconociendo la sucia participación del ejército y el gobierno, las instituciones mencionadas se cimbraron por este hecho inédito, que empieza a cambiar la actitud de millones de gentes que pensaban en la imposibilidad de cambiar lo que parece natural, un sometimiento degradante, indigno.

    Irresponsablemente Echeverría, ya siendo Presidente, exige a la UNAM invitarle a la inauguración de un ciclo escolar, y lo que se esperaba no deja de producirse, Echeverría es corrido del campus universitario, recibiendo un proyectil en la frente. Acusado de permitir la llamada Guerra Sucia contra diversos grupos guerrilleros, donde son ajusticiados, desaparecidos decenas de hombres y mujeres dispuestos a lograr un patria diferente para todos, Echeverría como expresidente es condenado a sufrir arraigo domiciliario.

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