Fidel Rodríguez Ramos

     Si existe algo complejo en ésta vida, es la educación, donde prácticamente toda la sociedad, sus instituciones colaboran en la misma, a ella, en gran parte, se debe el éxito o fracaso de millones de niños, adolescentes y adultos en las aulas, que por motivos ajenos, muchas estuvieron desiertas durante los dos años trágicos de la pandemia, que definitivamente marca un antes y un después en la enseñanza.

  Fue una dura prueba para todos, millones debieron abandonar los salones, y no precisamente por repudiar la instrucción, sino para ayudar, trabajando, a sus familias, pues muchos papás, mamás, sucumbieron ante el Covid-19, que nuevamente vuelve a mostrar su peligrosidad, más letal, pues ya muchos no seguimos los protocolos, las medidas que de alguna manera nos salvaron de infectarnos, ya se habla de una cuarta dosis para conjurarla.

   Hubo alguna razón, pero los primeros que fueron a los salones fueron los alumnos de los colegios privados, desde el año pasado, no así muchos integrantes de las públicas que se integraron en los inicios de éste 2022, después de haber experimentado, a la de a fuerzas, y con pocos conocimientos de los maestros el uso de computadoras y celulares, que trataron de aliviar un poco la falta de impartir conocimientos. Asombro causa saber que a los pocos días del resurgimiento de ese virus los alumnos de China, Europa, Japón, Alemania, Estados Unidos de América, con un mar de precauciones, volvieron a la añorada vida escolar.

    Todo un shock, un movimiento de piso sintieron más de treinta millones de estudiantes en México, nada volvió a ser igual. Y nos llama poderosamente hoy la atención, ver cuando visitamos la escuela primaria de Pátzcuaro “Pedro Antonio de Ibarra”, la “Benito Juárez”, las escuelas privadas de Quiroga la energía, el entusiasmo de los escolapios, en un momento en que ya se han adelantado, en muchos lugares de la región las clausuras.

   Uno no puede sustraerse a la alegría, la emoción de quienes terminan su preparación en el kínder, en las primarias, secundarias donde a los egresados, sus papás con mucho cariño les llevaron mariachis. Vimos el gusto de quienes terminaron la carrera de enfermería en el Conalep; de los preparatorianos del COBAEM, del CBTIS que aspiran a seguir estudiando en la Universidad Michoacana o Tecnológico Regional de Morelia, escuelas normales del Estado, hay esperanzas, por el Coronavirus, de que se abran más espacios en medicina y ciencias de la salud, no es posible que ante la crítica falta de profesionistas en todo México, nos sigamos dando el lujo de seguir rechazando a millones de chamacos que sólo piden una oportunidad para servir a sus semejantes.

   Experimentamos una vida nueva, claro que con muchos sinsabores, pero lo bueno es de que volvemos a ver una renovación de la esperanza; por supuesto que en dos años se registran muchas carencias, falta de conocimientos, pérdida de los mismos, pero, los especialistas en educación no nos dejaran mentir SÓLO si se conjugan los esfuerzos, las voluntades de maestros, alumnos, padres de familia podremos salir de este momentáneo atolladero educativo. Desde estas páginas, que sólo tienen el interés de servir a la región, a las y los egresados les deseamos ¡Felicidades!  ¡Adelante el mundo es de ustedes!.

Compartir: