José Octavio Ferreyra Rodríguez
El ser humano no puede ser indiferente ante las injusticias, abusos que cometen otros de sus semejantes contra la sociedad o un país. Cuando los españoles descubren América, establecen una base en Cuba, desde ahí empiezan a recorrer las costas de lo que hoy es Colombia y Panamá, en una ocasión cuando regresaban desde esos lugares hacia la fortaleza mencionada, unos navegantes naufragan frente a Yucatán, los nativos los atacan, dos sobreviven, se recuerda a Gonzalo Guerrero quien es tomado prisionero en Campeche, el conquistador logra ganarse la confianza de sus captores, se une a una princesa, tiene una familia, y les comunica a los mayas la peligrosidad de los invasores, que se hacen presentes con su maquinaria de guerra, Guerrero los combate junto a los aborígenes, ganándose el repudio de España, que lo considera traidor.
España durante la guerra de Independencia, emplea todo su poderío militar para acabar con una resistencia que parece invencible, desesperada emplea los más salvajes métodos para someter a los insurgentes que en forma decidida apoya la población, promete recompensas a quien denuncie o atrape a los combatientes de la libertad, a ellos promete el indulto o perdón que muy pocos aceptan. Todo parecía terminado para México, sin embargo por Tamaulipas aparece el español Francisco Xavier Mina quien llega acompañado de combatientes que había reclutado en Europa y Estados Unidos que venían dispuestos a terminar con la epopeya que inicia Hidalgo, después de combates victoriosos, Mina es detenido y condenado a ser fusilado.
En 1847 sufríamos la invasión, guerra injusta contra Estados Unidos, con los americanos venían soldados irlandeses, quienes pronto se dan cuenta de las atrocidades que cometían los yanquis contra una débil población, que ni siquiera contaba con comida, armas, calzado para combatir a un poderoso enemigo, los irlandeses que conforman el Batallón de San Patricio sintieron vergüenza de combatir contra un supuesto enemigo indefenso, traicionado por sus propios generales, por ello no dudan en voltear sus armas contra los asaltantes, éstos enfurecidos los someten y condenan a ser fusilados en las bardas del convento de Churubusco, de la Ciudad de México.
Francia nos invade dos ocasiones, una en 1838 para cobrarnos unos pasteles, y ya en 1866 esa poderosa potencia bélica mundial estaba preocupada porque no había tenido éxito para establecer una monarquía en México, sin importarle que teníamos como presidente legítimo a Benito Juárez, en esa segunda invasión los franceses venían acompañados de soldados suavos, belgas, austriacos. Muchos militares de alto rango pronto se dieron cuenta de esa arbitrariedad, abuso contra una nación que se vuelve invencible, gracias a estar unida, con sinceridad, avergonzados los ocupantes deciden acompañar, se unen en el último tramo victorioso a las fuerzas de Mariano Escobedo, Porfirio Díaz y Nicolás de Régules. Vergonzoso que hoy haya compatriotas que hacen todo lo contrario, unirse a los extranjeros para que tenga éxito en su deseo de enriquecerse con bienes que pertenecían a las generaciones futuras.