Fidel Rodríguez Ramos

Desde el 19 de  septiembre de 1985 los habitantes de Michoacán traemos un pendiente, pues en esa fecha, por la mañana sentimos un tremendo temblor, que nos dio la oportunidad de salir al patio de nuestras casas, todo se movía, trepidaba el suelo, muchos empezaron a llorar, tratábamos de reconfortarlos abrazándolos fuertemente, sin embargo sentíamos que en cualquier momento la tierra se abriría, los segundos que dura ese terremoto nos parecieron enormes, poco a poco la calma se recupera, seguimos en nuestras actividades y a mediodía, por la televisión nos dimos cuenta de la tremenda tragedia que se vive en la actual Ciudad de México, edificios caídos, escuelas, hospitales y el comienzo de un registro de pérdidas humanas que fueron miles.

   Ya en la noche, casi a las doce horas de haber experimentado el primer sismo, otra vez se desata la furia de la naturaleza, nuevamente en el exterior nos preguntábamos sobre lo que seguiría. El trauma, la pesadilla desde esa tragedias no nos han dejado en paz, aunque lo deseemos ignorar, al interior de nuestro pensamiento fluye el dantesco espectáculo que vivimos millones de gentes, especialmente en éste mes de septiembre, y con extraña coincidencia el dramático 19 se vuelve a experimentar. Como comunidad que somos en Pátzcuaro rápidamente se difundió el nombre de nuestros paisanos que se encontraban en la capital del país, afortunadamente bien en ese 1985.

    Hoy se sabe que los temblores se deben a la existencia de una enorme placa que hay en el subsuelo de Michoacán, a una gran profundidad que se roza, choca con otra, y  o se proyecta hacia al interior provocando una tremenda cantidad de energía, fuertes oscilaciones, movimientos que parecen realizarse de manera vertical u horizontal, la dichosa plataforma lleva el nombre de Cocos y abarca además partes de otros Estados en el Pacífico. Por si fuera poco, debajo de nuestra entidad, del Estado de México, de la Ciudad de México y Veracruz desde hace millones de años se registra una fuerte actividad volcánica, todo hierve debajo de nuestros pies, hay una especie de cinturón de fuego, por eso nuestros antepasados acudían al santuario de una diosa en Araró, por Zinapecuaro donde se arrojaban corazones a las aguas termales. Hoy en “Los Azufres” Comisión Federal de Electricidad (CFE), genera electricidad aprovechando una planta geotérmica que ha construido.

   Después de ese terremoto se trata de realizar una gran campaña, para que se den los pasos que se deben seguir en el caso de que se esté presente en uno, como no perder la calma, situarse debajo del quicio de una puerta, meterse debajo de algún escritorio. Cerrar cada noche las llaves de los cilindros de gas, no dejar veladoras encendidas; no colocar sobre las cabeceras de las camas pesados retratos etc. El gran problema con los temblores, es  que estos no se pueden predecir. Y aquí en este portal comentamos sobre extrañas luces en el cielo, otras gentes de otros lugares distantes también aseguran haberlas observado.

Compartir: