Fidel Rodríguez Ramos

     Ingenuos nos consideran muchos de los que se dicen ser profesionales en los medios de difusión, pues  aseguran que el país se encuentra hoy sometido al poder militar, que éste es dueño de las calles, cometiendo un sinfín de tropelías y abusos.

   Para resolver lo anterior muchos priistas, panistas y perredistas exigen que los soldados vuelvan a los cuarteles. Envalentonada una representante popular del PAN ha llegado al grado de insultar al ejército, llamando a sus miembros simples edecanes. Hacer ésta crítica en 1960 hubiera sido imposible, hoy se puede realizar gracias al ejercicio de la libertad de opinión, asociación, de prensa que arbitrariamente impidieron ejercer sus hoy hermanos del PRI durante décadas, que abiertamente usaron al ejército para asesinar campesinos, maestros o estudiantes. Su última obra está presente en Ayotzinapa, el PRI de Enrique Peña Nieto, hasta que no se demuestre lo contrario, involucra a integrantes de las fuerzas armadas en la desaparición de 43 normalistas.

    Priistas,  panistas y perredistas no desean decir que gracias a sus desgobiernos, permitieron que la delincuencia, los llamados carteles del narcotráfico hicieran suyas las calles, mientras las policías brillaban por su ausencia, dejando que el pueblo afrontara solo ese terrible fenómeno que se implanta en el planeta desde 1988. Hoy apenas empieza a notarse la presencia de la Guardia Nacional. Sin embargo la irritación contra los soldados tiene algo más de fondo, y quienes la promueven son los que estaban acostumbrados a manejar los recursos, el dinero, los impuestos anuales, haciendo o sometiendo a sus caprichos a los presidentes de la República, una minoría empresarial exigían que el presupuesto, gran parte, se les entregara para enriquecerse con la construcción de malas autopistas, hospitales que dejaron a medias después de que llega Obrador al gobierno.

  La prensa, la radio, la televisión mostraron, hicieron comentarios halagadores cuando Obrador   se reúne varias ocasiones con los empresarios más exitosos, influyentes del país, creyendo éstos  que fácilmente impondrían sus reglas al morenista. El romance dura poco tiempo, pues desilusionados se dieron cuenta que las reglas cambiarían, que ya no sería posible meter mano al erario nacional, se alejaron, sólo siguieron con el nuevo gobierno pocos hombres de negocios como Carlos Slim o el dueño de la mina de cobre en Cananea, los dos son poseedores de cien mil millones de dólares.

   Obrador no tiene más remedio que recurrir a los militares para construir un nuevo aeropuerto, una refinería, vías ferroviarias en el Istmo de Tehuantepec y Yucatán, los empresarios que nunca han arriesgado un centavo por México apostaron en el fracaso de la unión nunca antes vista. Hoy gran parte de ese proyecto se ha materializado, pero siguen declarando que tales obras serán inservibles, dinero tirado a la basura. Hoy los mercaderes, ponen el grito en el cielo asegurando que es un despropósito, una tontería crear una línea aérea con los militares, cuidándose de decir que ellos con el PAN, PRI y PRD arruinaron, vendieron, privatizaron NUESTRAS empresas: Aeroméxico y Mexicana de Aviación. Aunque pocos lo aceptemos TODAS las anteriores administraciones neoliberales (1982-2018), nos dejaron en brazos del infeliz matrimonio de la miseria y la violencia desbordada.

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