Fidel Rodríguez Ramos
Desde antes de la marcha del domingo 13 de noviembre, contra Andrés Manuel López Obrador, se dijo que más de treinta y cinco millones de mexicanos no comparten su forma de gobierno, rechazan, odian su figura y si algo tenemos que celebrarles, es su decisión, valor que tienen para salir a las calles pidiendo su salida, condenar su supuesta dictadura, su decisión, que dicen es despilfarro, populismo, de dar ayuda a nuestros adultos mayores, que por primera vez tienen acceso a unos cuantos centavitos para aliviar su difícil situación que enfrentan en todos lados, sí porque la edad en vez de celebrarse, se considera un estorbo, recuerdo como un familiar decía: “esos ancianos ya deben morirse para que no sigan robando el oxígeno de los demás.”
De esa raíz son los que condenan el gobierno que libre, democráticamente nos dimos en el 2018, y para que andar con miedos, muchos de los que marcharon “en defensa” del Instituto Nacional Electoral (INE) rogaban al supremo juez del universo que no se encontrara la vacuna contra el Covid-19 para más fácil mandar a Obrador a su finca de La Chin…que tiene en Tabasco, pues al morir miles, millones de seres humanos en México más fácil se le podía mandar a la chi…, y los medios ahí lo tienen registrado, a los vacunados les decían que la inyección no garantizaba nada, que hasta había el peligro de infectarse de comunismo, por aquello que existían antibióticos de Rusia, China y Cuba.
Si tuviera vergüenza la jerarquía de la iglesia católica mexicana, no debió manifestarse contra Obrador en esa marcha, donde participaron, para pena de Jesucristo, acompañando a Elba Esther Gordillo Morales un nefasto, impresentable personaje incrustado en el magisterio, que consintió, permitió el asesinato de varios maestros, la violación de un docente de Morelos. No olvidamos como ella, junto con Peña Nieto acepta evaluar a los profesores, en el inicio del 2013 con el fin de correrlos, a pesar de la no retroactividad “constitucional” de las leyes; no aceptamos ese despropósito y nos costó el asesinato de un hijo del director de una secundaria en Puebla, la muerte de dos compañeros maestros en Colima y San Luis Potosí. Los descendientes de esa cobarde, traidora pandilla clerical, que unieron sus codos con Fox, Claudio X González Guajardo, “Alito” Moreno ignoran que en buena parte sus antepasados consintieron la pérdida de la mitad de nuestro territorio frente a los yanquis en 1847. Ellos apoyaron después al emperador francés Maximiliano de Habsburgo, la élite de la iglesia católica prefirió esconder sus tesoros, para no apoyar a los soldados mexicanos que marchaban a combatir a los gringos sin calzado, armas o comida. Qué rápido se le olvida a esa minoría convenenciera, el regalo de Obrador, el terreno que les ofreció en la Basílica de Guadalupe, cuando estaba al frente del DF. Increíble que hallan cobijado en esa marcha a el descendiente de una poderosa familia que se enriquece, despojando, robando miles de hectáreas en Chihuahua durante el porfiriato, quien sigue marcándonos el paso, como lo es Santiago Creel que décadas lleva mamando las ubres de un presupuesto miserable, “representando” al PAN, como senador o diputado eterno.
¿Orgullo, valentía fue marchar con Margara, esposa de Calderón, que oculta la muerte de 49 niños que murieron quemados en una guardería de Hermosillo, Sonora “atendida” por una prima suya?. ¿Se defendió la democracia marchando con Fox que carga los dados a favor de Calderón frente a Obrador? Si a ellos y ellas no les apena la suciedad que dejaron, la ruina que es inocultable, miseria, violencia, desempleo, ¿por qué nosotros tenemos miedo de decir el mucho daño que han hecho contra todos los habitantes de esta nación digna de mejor suerte, de que no los queremos y repudiamos por tanto dolor causado?.