Fidel Rodríguez Ramos

    En el deseo de buscar a una persona que creemos puede resolver los muchos problemas de México, nos fijamos en quienes muestran una disposición para ponerse al frente de sentidas demandas populares, y así lo hicimos con Andrés Manuel López Obrador, nacido en 1953, quien perteneciera a las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), delegado estatal en Tabasco, su tierra natal, del Instituto Nacional Indigenista (INI).

  Su figura nos llama la atención, cuando observamos imágenes que lo muestran con sangre en su camisa, debido a la agresión que sufriera cuando con campesinos bloqueaba las instalaciones de Pemex, exigiendo un alto a la contaminación, destrucción de tierras por las actividades de la empresa petrolera.

   Y en 1994 es candidato por el PRD para competir por la gubernatura de la mencionada entidad, compitiendo contra Roberto Madrazo Pintado del PRI, con las acciones tradicionales, éste último es declarado vencedor de las acostumbradas, amañadas elecciones realizadas con múltiples trampas. Obrador no se queda cruzado de brazos frente a la maquinaria priista, y emprende una marcha desde Tabasco hasta el Distrito Federal donde llega al Zócalo, ahí una persona desconocida le entrega decenas de cajas que contenían miles de notas que atestiguaban el reparto de dinero para un mar de peticiones, como la celebración de alguna fiesta para una quinceañera, entrega de bicicletas y un largo etcétera.

   Pese a ello Madrazo Pintado es declarado triunfador. La revancha la toma Obrador, logrando ser en el 2000 la máxima autoridad en el Distrito Federal, cuando Vicente Fox Quezada es Presidente de la nación, las dificultades que se dan entre los dos personajes son naturales, debido a los intereses que procuran en sus mandatos, Fox abiertamente declara: “mi gobierno es de empresarios y para empresarios”. Fox observa con preocupación la aspiración de Andrés Manuel López para disputar la presidencia en el 2006, que trata de impedir llevando a la cárcel a Obrador, debido a la realización de una obra, un camino desatendiendo supuestamente a la normatividad legal, ello produce un descontento nacional, Fox desiste y se realizan una reñidas elecciones entre Felipe Calderón Hinojosa (PAN) y Obrador (PRD).

   Los resultados tardan en anunciarse debido a múltiples irregularidades que se registran, el Instituto Federal Electoral (IFE), dirigido por Luis Carlos Ugalde se las ve difícil para resolver una disputa que envuelve a todos los mexicanos, muchos intuían, presentían que el verdadero triunfador era Obrador. Se llega al grado de exigir recontar todos los votos, para tener la certeza del real ganador, el IFE se resiste,  después da su consentimiento para abrir ante notario, algunas cajas, donde el reconteo muestra tendencia favorable al perredista tabasqueño. Se hace saber a las autoridades electorales los resultados y ésta contesta: “ello no procede porque los términos del reclamo legal ha terminado, el triunfador es el michoacano Felipe Calderón Hinojosa”. Para impedir reclamos populares el Distrito Federal se convierte en un verdadero bunker, fortaleza, el Congreso de la Unión es cubierto con largos planchones de metal.

   Una multitud llega al Zócalo y espera indicaciones de Obrador, ésta grita repetidas veces ¡Palacio! ¡Palacio!, amenaza con tomarlo, pero Obrador les convence de no hacerlo. El Congreso de la Unión es bloqueado por miles de obradoristas para impedir que Calderón llegue al recinto donde  Fox pondría la franja presidencial a su sucesor. Ante la sorpresa de todos, Calderón como por arte de magia aparece en la Tribuna de los legisladores, sonriente y en segundos se hace la formal sucesión. Después para no dejar huella de nada, se decide quemar todos los millones de votos para que nunca se supiera la verdadera realidad de nuestro actuar cívico, democrático, en plática con una maestra veracruzana me comentó que convenció a muchos votar por Calderón a cambio de recibir un refrigerador.

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