Fidel Rodríguez Ramos
Mejor paraíso, para la industria minera, no pudieron hallar, además de las compañías mexicanas, los empresarios canadienses y norteamericanos quienes desde 1994, tienen a su disposición ya más de la mitad del territorio nacional para extraer a su antojo oro, plata, cobre, plomo, pagando menos del diez por ciento que por concepto de impuestos, deberían cubrir a la hacienda pública, desconociendo al treinta por ciento que por ley deberían entregar.
Hoy la presidencia de la República desea poner un límite a una voracidad que no tiene nombre, pues quienes explotan los minerales a cielo abierto, en el subsuelo utilizan grandes cantidades de sustancias toxicas, venenosas que se filtran al interior contaminando aguas y ríos subterráneos, en Sonora por “accidente” contaminan un río, sin que hasta hoy se les halla fincado responsabilidad alguna, a pesar de que miles de personas inocentes bebieron líquido con arsénico y mercurio.
Sólo aquí en México pudo pasar, a los dueños de varios permisos, se les permite pagar por el derecho a usar una hectárea de tierra ocho pesos, cantidad que al paso del tiempo puede elevarse a 188. Felices los beneficiarios pueden usar más de cien millones de hectáreas hasta el año 2040, teniendo el “derecho” de renovar su permiso hasta el 2090. Hoy el presidente Obrador ha enviado una petición para cancelar tal absurdo, y para no echarse encima a esos poderosos consorcios que al sentirse afectados llamarían, otra vez a sus gobiernos para que los defiendan ante los mexicanos que no respetan las leyes. Propone, ofrece de que aprovechen solamente en los próximos 15 años lo que hay en suelo y subsuelo, con la posibilidad de obtener otra concesión, por una sola vez, por el mismo período de tiempo, más generosidad de parte nuestra no puede haber en el planeta. Sin embargo ya desde hoy amenazan los dueños de las concesiones dadas irresponsablemente, casi gratis, a manos llenas, con recurrir a ampararse, demandar al pueblo de México en tribunales internacionales, porque aseguran que se dañan sus intereses “legítimos”, alegando que así lo establece el Tratado México Estados Unidos Canadá (TMEC), que es impulsado por el expresidente Carlos Salinas de Gortari.
Muchos ignoramos la cantidad de oro que ha extraído una minoría, han sacado tanto que superan a lo que logra por ejemplo atesorar Suiza (1 040 toneladas); casi se acercan a lo que posee China (1 948 toneladas). Con ello tenemos un elemento, para entender la razón de porqué, desde hace treinta años estamos amolados, en la miseria vendiendo churros para sobrevivir. Sin la posibilidad de llevar una vida digna, a pesar de habitar en un verdadero mar de riquezas minerales; por eso en las universidades no hay la carrera de ingeniería minera, como había en la de Guerrero, en esa industria los intereses por supuesto son muy fuertes, hay muchas muertes, desapariciones para quienes se oponen a lo que es un verdadero robo y destrucción. Los expresidentes declararon a la minería como una actividad principal frente a cualquier otra, dieron a las compañías la posibilidad de tomar los territorios indígenas, reservas naturales protegidas que guardaran yacimientos valiosos y, lo más cruel el acceso a toda el agua, regalada, que necesitaran para por ejemplo sacar oro, así para lograr un gramo de ese metal se emplean más de mil litros de agua, si se cobrara esa agua la minería sería un negocio incosteable. San Luis Potosí en su escudo tenía un cerrito llamado de San Pedro que ya no existe porque con dinamita fue borrado para poder sacar el oro, la plata que guardaba. Como mexicanos bien nacidos apoyemos, para bien de todos, esta justa iniciativa presidencial.