Anaximandro R. Ramírez

   Fruto quizás de más de setenta años de absoluto predominio,  de un partido político en México, fue la falta de comunicación, hablarnos, decirnos las muchas cosas guardadas en nuestro interior, vaya ni siquiera los buenos días nos damos todavía, poco a poco se va rompiendo esa ausencia de comunicación gracias al uso de los celulares, computadora, internet.

  No hablar, decir lo que se deseaba hacer en este país, daña, beneficia a la población. Como no había una consulta, poner a la consideración de todos importantes asuntos, impotentes observamos como nuestra agricultura es arrasada por la enorme cantidad de maíz, arroz, garbanzo que llega  de Canadá y Estados Unidos de América gracias a un tratado de libre comercio, ignorando que los campesinos de esas desarrolladas naciones reciben importante apoyo de sus gobiernos, en dinero, maquinaria, facilidades para exportar, competir frente a otras economías más exitosas lo decide un pequeño grupo, supuestamente de especialistas en 1994.

  Resultado de lo anterior es el actual papel que jugamos en la economía mundial, ser ensambladores, armar autos, televisores, partes de equipos espaciales o militares norteamericanos en Tijuana, Querétaro, Guanajuato. Al cuestionar lo anterior se nos dijo que así habían actuado Corea del Sur, Taiwan, Japón al grado que ésta última nación era ya una potencia mundial. Y en efecto así es, sólo que se les olvida platicarnos que los japoneses, coreanos permitieron el establecimiento de maquiladoras gringas, pero siempre y cuando les permitieran fabricar, poner piezas, elementos de esos lugares a los relojes, computadoras o autos que armaban, como los cristales. Además Norteamérica se compromete a dejarles, entregarles parte de su alta tecnología que les permite desarrollar pronto una industria nuclear, espacial propia.

  Se dice que falta una nueva escuela, más eficaz, que guste a todos,  que  sea eficaz para desarrollar todo el talento, capacidades que desde que nacen tienen los niños y niñas, inteligencia, creatividad que en días se aplastan, destruyen gracias a que nunca platican, en conjunto, los educandos, los papás, maestros y gobierno para proponer una nueva escuela, que nomás, se dice, no puede hallarse por ningún lado. La gente desea que junto a aprender a leer, escribir, hacer cuentas se enseñe a trabajar, a ser solidario con los demás, a vivir más pero esto último es imposible viendo lo que se les vende en las dichosas cooperativas. Eso el poder, quienes verdaderamente mandan en México lo consideran sumamente peligroso, por eso acabaron con los llamados talleres de carpintería. Clases de idiomas, danza, teatro, música. Expulsaron de las aulas el trabajo, ignorando lo que empieza a hacerse en Alemania desde temprana edad con los niños, enseñarles un pequeño espacio donde debían cultivar zanahorias, de ahí el nombre de Kindergarden.

  Hablar es, repetimos, altamente peligroso para quienes tienen en sus manos el país, si habláramos un poquito, con más facilidad detendríamos la destrucción de todo lo que está a nuestro alrededor, ríos, lagos, mares. Si platicáramos sabríamos, como cada minuto se avienta a los indefensos océanos,  los desechos de plástico contenidos en un camión de basura; como cada segundo en el mundo se destruye un terreno, por la desforestación entre otras cosas, del tamaño de un campo de futbol.

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