Alicia R. Ramírez

  “Con muchos ruegos, se nos permitía estudiar secretariado, ser maestras, y nuestros refugios eran el hogar, la iglesia, ser dependientas en tiendas o almacenes donde no sufríamos acoso de parte de los patrones, aunque sí bajos salarios y horarios extenuantes, sin ninguna prestación.

  Raras eran las muertes de mujeres, ahora les llaman feminicidios. Violentamente quitaron la vida a cuatro, con mucha maldad, pero nadie deseó meterse en esos sucesos que conmovieron a la población. Prohibido era bailar con los amigos, aún fuera de nuestras casas, donde encendíamos una fogata, todo con golpes terminaba, nos metían diciéndonos lo peor, ante la sorpresa de los invitados.

  Prohibido decir nuestros sueños, de lo que queríamos practicar, estudiar para ser profesionistas, además faltaba dinero o escuelas superiores. Ni de broma podíamos decir que nos gustaría andar en pantalones o con shorts, jugar algún deporte, acudir solas a los bailes o cines, eso era de mal gusto, muchos menos salir de vacaciones. Nuestros padres decidían todos los pasos que habríamos de dar en la vida, con quien casarnos, con un buen partido. La obediencia, el trabajo, soñar con amores imposibles era lo que veíamos en las raras revistas que caían en nuestras manos, como Vanidades, Cosmopolitan, Confidencias donde la mujer humilde, obediente, bella, blanca, rubia, con buen gusto para vestir y hablar, se matrimoniaba con un hombre rico y guapo.

  Recuerdo que mi madre, preocupada me confía lo que para ella era algo inadmisible, y adiviné que se trataba de mi hermano que estaba en Los Ángeles, antes de que me empezara a decir algo, le exprese esto: “Si me vas a decir que te asombra la vida de Víctor te comunico que respeto, acepto la decisión de matrimonio que tome, dicen que allá hasta se casan con el mismo sexo. No, me responde mi progenitora, es algo más grave. Tu hermano se casa con una divorciada. Y si, era una ofensa que alguien se matrimoniara con una viuda, con alguien que ya tuviera hijos, que no fuera virgen. Seguramente ha de haber sido insufrible la existencia de las hijas naturales, se creía que eran fruto de algo prohibido, había muchos prejuicios, señalamientos.

  Las mujeres debíamos pedir permiso a los maridos para trabajar. El poco salario que ganábamos como solteras no lo quitaban en la casa. Canciones inocentes de amor escuchábamos, remoto, imposible era conocer las melodías de los Beatles y Rolling Stones que escandalizaban, de ahí que esas melodías tardaron 50 años en llegar. Lo último que escandaliza es Michael Jackson sus movimientos, sobre todo. Nada de fumar, tomar alcohol, traer ropa “provocativa”, decir expresiones ofensivas, maldiciones, referirnos al sexo.

  Afortunadamente un nuevo mundo nos es accesible, con las muchas mujeres que en los ochenta se atrevieron a emigrar a las muchas ciudades estadounidenses, venían regularmente y nos hablaban de un mundo nuevo, desconocido, fabuloso. La mujer cambio, y mucho, al verse obligada a trasladarse a otros lugares del país para trabajar, porque aquí no había industria, agricultura para sobrevivir”. Lo anterior, me lo confía una persona, mujer que no conocía, con la petición de no mencionar su nombre, acepta dé a conocer, compartir parte de sus vivencias .

Aunque no se quiera aceptar, ya muchas cosas se han superado, sobre todo después del año 2000, hay en el planeta una revolución de nosotras las mujeres, la represión por nuestra forma de vestir, hablar, arreglarnos, actuar va quedando atrás, es triste recuerdo del pasado.

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